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De vuelta a los negocios

"Fue una gira de verdad inusual. Después de décadas de aislamiento, el Presidente de Irán llegó a Italia para revivir sus relaciones comerciales con uno de sus antiguos aliados comerciales e industriales, visitó al papa Francisco para hablar de religión, paz y reconciliación, y viajó a Francia a hablar de negocios con otro de sus aliados, incluso en el campo militar".

29 de enero de 2016 Por:

"Fue una gira de verdad inusual. Después de décadas de aislamiento, el Presidente de Irán llegó a Italia para revivir sus relaciones comerciales con uno de sus antiguos aliados comerciales e industriales, visitó al papa Francisco para hablar de religión, paz y reconciliación, y viajó a Francia a hablar de negocios con otro de sus aliados, incluso en el campo militar".

Fue una gira de verdad inusual. Después de décadas de aislamiento, el Presidente de Irán llegó a Italia para revivir sus relaciones comerciales con uno de sus antiguos aliados comerciales e industriales, visitó al papa Francisco para hablar de religión, paz y reconciliación, y viajó a Francia a hablar de negocios con otro de sus aliados, incluso en el campo militar.Luego de diecisiete años de no pisar suelo europeo, un presidente de Irán, Hasan Ruhani pasó por Roma y París durante los cuatro días anteriores. Y no propiamente para resolver las complejas enemistades producto de la condena a la vida occidental que suelen citar los ayatollahs persas para justificar sus apoyos a actos terroristas. Ni para expresar el interés por solucionar el drama humanitario que desencadenó la guerra en Siria, donde el mandatario déspota es aliado incondicional de Teherán. El asunto fue mucho más práctico. Se trató de revivir a como diera lugar las relaciones económicas, los negocios y los contratos suspendidos desde que la comunidad internacional, aterrada por el radicalismo del régimen chií y su carrera atómica sin freno, le decretó el aislamiento y condenó a Irán a ser una especie de paria internacional. El líder de toda esa estrategia fue Estados Unidos y fue respaldado por la Unión Europea, muy a pesar de los países que proporcionaron una parte importante de la tecnología que puede llevar a la producción de armas nucleares.Ahora se aprovechó el acuerdo de Viena que logró el compromiso de no llegar a esos extremos, aunque dejó abierta la posibilidad de Irán de utilizar la energía atómica con fines pacíficos. Entonces fue como si debiera recuperarse el tiempo perdido. Y empezó por Italia, país que pretende volver a venderle al antiguo demonio iraní los 7000 millones de euros anuales que alcanzó a venderle en 1997. No importó que debiera excluir el vino de las cenas diplomáticas con su huésped, ni que debiera tapar en forma púdica las estatuas con desnudos humanos, para satisfacer sus pedidos. Igual sucedió ayer en París. El presidente Hollande recibió a Ruhani con todos los honores. Y empezaron los negocios. Regreso de fábricas francesas a Irán, venta de cientos de aviones, reanudación de la extracción de petróleo por la empresa Total en suelo persa. Más de 2500 millones de euros por año es lo que debe recuperar Francia para regresar a los niveles de 2006, cuando el material bélico y la tecnología nuclear formaban parte de las relaciones bilaterales.Y sólo una referencia a la época en que el ayatollah Jomeini fue recibido en París en calidad de exiliado. Nada se habló de la amenaza del terrorismo contra Francia. Ni se mencionó siquiera el drama de los refugiados que por cientos de miles llegan a Europa provenientes de la región donde el radicalismo islámico ocasiona la peor de las tragedias humanitarias. Negocios, sólo negocios, fue el propósito de la gira. Sin importar si Irán tiene o no para pagar sus deudas, lo que se buscó fue volver a las sociedades de antes. Así lo mandan las dificultades que ha padecido la economía europea en la última década.

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