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De regreso al trabajo

Así, la conciliación entre las necesidades de proteger la salud y de regresar al trabajo es el reto de la sociedad colombiana a partir de mañana. Y debe quedar claro que no es un asunto de responsabilidad exclusiva de las autoridades tanto nacionales como locales que, valga la oportunidad, ha sido clave para evitar una catástrofe

10 de mayo de 2020 Por: Editorial .

Durante varias y largas semanas, Colombia ha estado en emergencia y las funciones en la casi totalidad de la actividad social, laboral y económica han sido suspendidas, dando prioridad a la salud como bien supremo. Pero ya parece ser hora de empezar en firme el regreso al trabajo y a una nueva normalidad en la cual se puedan conciliar la necesidad de mantener esa prevención y la imprescindible generación de ingresos para las familias.

En todos estos días, el país ha vivido un estado de excepción en el cual ha sido notoria la forma tranquila y firme de los gobiernos nacional y locales en el manejo de la crisis. También se han producido decisiones tendientes a usar la capacidad del Estado para entregar ayudas y subsidios a millones de ciudadanos que han sido afectados seriamente por el aislamiento y la parálisis de la actividad económica, así como un despliegue amplio de la solidaridad de muchos colombianos con sus compatriotas en emergencia.

Pero ya parece llegado el momento definitivo para dar el siguiente paso, con el cual se debe construir una normalidad que le devuelva vida a esa economía que permite la subsistencia y la independencia de los ciudadanos. Esa decisión es clave tanto para los sectores formales que crean empleo estable, hoy golpeados por la parálisis y al borde del colapso, como para el informal que genera alrededor del 50% de la actividad laboral y del cual depende el ingreso y la supervivencia de millones de familias.

En el propósito de cubrir al máximo las contingencias ocasionadas por la emergencia, tanto el Ejecutivo como la autoridad monetaria han dispuesto medidas que de muchas maneras han llegado al tejido social de la Nación, limitando gran parte de las consecuencias. Pero debe reconocerse que el Estado carece de la capacidad de mantener los subsidios y ayudas de manera permanente sin debilitar las finanzas públicas, lo que acarrearía males mayores.

Para que esa apertura ocurra, también es necesario mantener y crear las condiciones de higiene y de aislamiento para evitar el aumento de los contagios, lo cual llevaría a un nuevo aislamiento. Es claro también que el Covid-19 llegó para quedarse según informan los científicos y especialistas en salud, por lo cual hay que tomar decisiones que permitan convivir con su amenaza, por lo menos hasta que aparezca la vacuna que consiga erradicarla.

Así, la conciliación entre las necesidades de proteger la salud y de regresar al trabajo es el reto de la sociedad colombiana a partir de mañana. Y debe quedar claro que no es un asunto de responsabilidad exclusiva de las autoridades tanto nacionales como locales que, valga la oportunidad, ha sido clave para evitar una catástrofe.

Lo que sigue es entonces el compromiso de cada colombiano en el cuidado para que la apertura tenga buen suceso y no se regrese al encerramiento de los últimos meses. Más que el retorno al trabajo es la construcción de una nueva normalidad donde las precauciones y el acatamiento a las decisiones y recomendaciones de las autoridades hagan posible recuperar la actividad que todos necesitamos, por encima de las diferencias ideológicas y políticas.

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