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De moderado a fuerte

"Que los caudales de la mayoría de los ríos del país estén hoy en su nivel más bajo o secos, tiene mucho que ver con el verano extremo y la disminución en un 70% de las lluvias. Pero también es el resultado del descuido y la indiferencia con los que se han manejado las cuencas, lo que incluye la escasa protección que se les ha brindado".

8 de octubre de 2015 Por:

"Que los caudales de la mayoría de los ríos del país estén hoy en su nivel más bajo o secos, tiene mucho que ver con el verano extremo y la disminución en un 70% de las lluvias. Pero también es el resultado del descuido y la indiferencia con los que se han manejado las cuencas, lo que incluye la escasa protección que se les ha brindado".

“Uno sin agua no es nada”. Las palabras de Ligia Pérez, habitante de la ladera de Cali, resumen el drama que significaría quedarse sin un recurso vital para su existencia.A esa realidad se enfrenta hoy Colombia y evitarla requiere de las acciones de la Nación tanto como del compromiso de cada ciudadano. Ya son 238 municipios y varios millones de colombianos los afectados por el desabastecimiento de agua, que si bien es consecuencia del fenómeno climatológico de El Niño también es resultado de la inercia con la que ha actuado el país para preservar las riquezas hídricas de las que tanto se ufana.Desde hace tres meses Colombia está sometida a las temperaturas más altas de las que tenga recuerdo y a una sequía severa que se ha sentido por igual en las ciudades y al campo. Si el verano hasta hoy ha sido duro, lo peor está por venir en los próximos meses según lo anunciado por el Gobierno Nacional y el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales, Ideam, al pasar la categoría de El Niño de moderada a fuerte. Aunque siempre hay la posibilidad de que el fenómeno se revierta como ocurrió el año pasado, las previsiones indican que sus efectos aumentarán y se extenderán hasta marzo del próximo año.Este Niño “moderado”, que ha traído consigo un incremento en las temperaturas hasta niveles que apenas son soportables, influye sin duda en la disminución del caudal de los ríos y de los embalses que abastecen a las poblaciones, a la vez que es detonador de los incendios forestales que ya suman 3.750 y han arrasado 92.000 hectáreas de bosques y pastos. Pero a él no se le pueden endilgar todas las culpas de los que sucede.Que los caudales de la mayoría de los ríos del país estén hoy en su nivel más bajo o secos, tiene mucho que ver con el verano extremo y la disminución en un 70% de las lluvias. Pero también es el resultado del descuido y la indiferencia con los que se han manejado las cuencas, lo que incluye la escasa protección que se les ha brindado. Cali es el ejemplo de cómo siete ríos que deberían ser fuente segura de agua para abastecer con holgura a dos millones y medio de personas, se encuentran moribundos por el descuido de todos y la inercia de las sucesivas administraciones municipales para adoptar medidas e invertir en las soluciones que aminoren el déficit de agua.Si a ello se suma que a los colombianos no se les ha educado en el consumo responsable del agua y en general en el manejo adecuado de sus recursos ambientales, el país está frente a una situación riesgosa. Por eso y frente a predicciones tan poco alentadoras como la de una mayor intensidad de El Niño en los meses siguientes, hay que prepararse.Para afrontar las contingencias que generaría el fortalecimiento del fenómeno climático, se debe insistir en la obligación que tiene cada colombiano de evitar el desperdicio y ahorrar agua. En ese sentido, el gobierno ha anunciado sanciones duras al despilfarro. Pero más que el temor por las multas anunciadas para quienes derrochen el líquido, lo que debe primar es el sentido común y el instinto de supervivencia que obliga a preservar los recursos hídricos como el tesoro de vida que son.

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