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De la hermandad a la xenofobia

Duele ver a miles de compatriotas que llegan en condiciones lamentables, pidiendo abrigo porque sus casas son marcadas y destruidas por las autoridades de Venezuela. Indigna tener que escuchar los desgarradores testimonios de quienes fueron amenazados y maltratados por policías que se ensañan contra quienes no son culpables de la violencia y la escasez que está viviendo Venezuela como consecuencia del fracaso de sus gobernantes.

26 de agosto de 2015 Por:

Duele ver a miles de compatriotas que llegan en condiciones lamentables, pidiendo abrigo porque sus casas son marcadas y destruidas por las autoridades de Venezuela. Indigna tener que escuchar los desgarradores testimonios de quienes fueron amenazados y maltratados por policías que se ensañan contra quienes no son culpables de la violencia y la escasez que está viviendo Venezuela como consecuencia del fracaso de sus gobernantes.

Según la Canciller de Venezuela, la naturaleza de la reunión de hoy en Cartagena con nuestra Ministra de Relaciones Exteriores será “el diálogo político para que se nos informe qué soluciones concretas se tienen”. Así, la señora espera a que nuestro país asuma la responsabilidad del drama que su Gobierno ha creado en la frontera, donde la persecución a los colombianos es la orden.Muy distintas son las expresiones de los miles de compatriotas que llegan a diario expulsados del país vecino, viendo sus hogares destruidos sin que tengan oportunidad de recoger sus pertenencias, o teniendo que dejar a sus hijos al otro lado de la frontera. Esa persecución, que sin duda tiene el propósito de crear solidaridades políticas alrededor de un régimen desprestigiado como el de Nicolás Maduro, es ya una inaceptable violación de los derechos humanos de quienes hasta ahora han confiado en la hermandad entre dos naciones.Y llega a ser también un inaceptable desafío para Colombia, que siempre ha tratado de ofrecer respuestas al drama que crece en la frontera. Durante muchos años, y a pesar de actitudes hostiles como el generoso abrigo que los gobiernos chavistas les han otorgado a los cabecillas de las Farc y el ELN, el diálogo bilateral ha sido nuestra respuesta a los retos. Ahora la emprenden contra quienes han fijado su residencia en Venezuela, han trabajado y entregado su esfuerzo, desconociendo incluso la ciudadanía que les ha sido otorgada y el hecho real de que muchos de ellos han formado familias venezolanas. Que existan problemas en la frontera, es innegable. Pero no puede decirse que sean causados por nuestra Nación o por sus gobernantes. Menos aun cuando, como sucede ahora por la grave situación económica, social y política de Venezuela que creó el gobierno del país vecino, está golpeando con crudeza inusitada a los venezolanos. Lo que sí está ocurriendo, es que la persecución contra los colombianos está llevando a una confrontación absurda y peligrosa que puede terminar por enemistar a dos pueblos que tienen un solo origen.Duele ver a miles de compatriotas que llegan en condiciones lamentables, pidiendo abrigo porque sus casas son marcadas y destruidas por las autoridades de Venezuela. Indigna tener que escuchar los desgarradores testimonios de quienes fueron amenazados y maltratados por policías que se ensañan contra quienes no son culpables de la violencia y la escasez que está viviendo Venezuela como consecuencia del fracaso de sus gobernantes.Por todo eso, el Gobierno colombiano debe hacer sentir su enérgica protesta contra los abusos que padecen nuestros compatriotas en la tierra del Libertador Simón Bolívar, aunque se puedan afectar las labores de facilitadores que cumplen los emisarios de ese país en los diálogos de La Habana. Ante los malos tratos y el desprecio que están padeciendo, esos miles de seres humanos necesitan de la solidaridad de su país.Y hay que reclamar la presencia de los organismos internacionales que miren la situación y hagan lo necesario para detener lo que se ha convertido en un aterrador ejercicio de xenofobia.

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