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De fiestas y contagios

Si no ocurre un aumento sorpresivo en el número de contagios y decesos, el próximo veinticuatro de mayo entrará en una nueva etapa de apertura al confinamiento. Para ello será definitivo el comportamiento de los ciudadanos, los únicos agentes reproductores del Covid-19.

17 de mayo de 2020 Por: Editorial .

Si no ocurre un aumento sorpresivo en el número de contagios y decesos, el próximo veinticuatro de mayo entrará en una nueva etapa de apertura al confinamiento. Para ello será definitivo el comportamiento de los ciudadanos, los únicos agentes reproductores del Covid-19.

Es así de sencillo: los gobiernos nacional, regionales y locales han hecho grandes y exitosos esfuerzos para tratar de controlar la extensión de la pandemia, adoptando medidas en algunas ocasiones drásticas como en Cali donde se aplicó el toque de queda durante dos fines de semana, o imponiendo sanciones que llegan hasta la judicialización de quienes las incumplan. Pero si no existe la disciplina social en el acatamiento de esas normas creadas para defender la salud y la vida de cada uno de los ciudadanos, esas actuaciones serán superadas y el problema se multiplicará sin remedio.

El asunto se torna más angustioso en la capital vallecaucana, donde la indisciplina se expresa con rumbas anunciadas por las redes sociales en las cuales se cobra por su acceso y se utilizan casas de habitación, moteles y todo tipo de locales para su realización. Es tal el descaro que se han detectado más de 200 de esas reuniones en los cincuenta y cinco días que lleva el aislamiento preventivo obligatorio, en las cuales se han encontrado personas contagiadas, lo que hace prever la multiplicación acelerada del coronavirus.

Y además de usar hasta integrantes del Ejército para aumentar el control en las calles de algunos sectores críticos, se creó un grupo élite especializado en detectar e intervenir esas rumbas. Para completar, la semana que termina se detectó un brote de contagio de 22 personas en la galería de Santa Elena, centro neurálgico en la distribución de alimentos de la ciudad y la región. Puede deducirse entonces el riesgo que significa, el cual pudo evitarse si quienes allí desarrollan sus actividades hubieran tomado las precauciones necesarias para detectar y anunciar a las autoridades esos casos.

Así no puede pensarse en una apertura acelerada y, por el contrario, se puede temer un rebrote de la enfermedad con el consiguiente aumento de la cuarentena que se requiere para defender la salud de nuestra sociedad, la gran amenazada por esa supuesta vocación fiestera. Es decir, y además de la tranquilidad de las familias caleñas, es posible que las medidas que restringen las libertades de locomoción y reunión se deban mantener y hasta incrementar, lo que sin duda ocasionará perjuicios mayores a muchos sectores de la ciudad.

El camino recorrido ha sido duro para los caleños, y tanto las autoridades locales como la policía y quienes pertenecen al sector de la salud han realizado un gran esfuerzo en el cual han comprometido su integridad personal. Ya debería ser el momento de tener claras las normas de comportamiento que se necesitan para empezar a regresar a la normalidad.

Para ello se necesita el compromiso de la ciudadanía, fundamental si se quiere evitar que se alargue la cuarentena, se aumenten las medidas de confinamiento y se deba lamentar el incremento en el número de personas contagiadas y de muertes por el Covid-19 en Cali.

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