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De espaldas a la realidad

Es llamativo que los Estados Unidos, el país más contaminante del mundo, reciba el impacto de huracanes como ‘Michael’ o tenga que soportar incendios descomunales que acaban con California, y sus autoridades se nieguen a tomar medidas para detener el calentamiento global que alimenta esos monstruos.

10 de octubre de 2018 Por: Editorial .

En una época inusual, cuando ha pasado la temporada en la que se presentan estos fenómenos climáticos, apareció el huracán Michael, el más poderoso en los últimos cien años que se abate sobre los Estados Unidos. Es otra prueba más sobre el cambio climático que demanda atención para evitar los temidos presagios sobre lo que puede sucederle a nuestro planeta.

No bien entró al golfo de México, ‘Michael’ pasó de ser una tormenta a convertirse en el huracán grado cinco que arrasa el norte del estado de la Florida y cruza hacia Carolina del Norte, en el Atlántico. Su fuerza de 220 kilómetros por hora destruye todo a su paso, causa inundaciones nunca vistas en las ciudades de México City, Panama city y las regiones aledañas, y llena de temor a millones de personas, impotentes ante semejante furia.

El fenómeno se presenta en el mes de octubre cuando se supone que ya pasó la temporada de huracanes. En la misma zona, el Caribe y Centroamérica, la presencia de esas amenazas ha sido una aterradora sucesión de hechos que sembraron destrucción en Haití, Puerto Rico, Cuba, San Maarten. Y en el Pacífico, los tifones adquieren dimensiones que crecen cada año y siembran destrucción y muerte aun en países desarrollados como el Japón.

Aunque los huracanes son parte de las condiciones climáticas del Planeta, los especialistas coinciden en señalar como causa de ese inusitado crecimiento en el poder destructivo de dichos fenómenos climáticos al aumento de las temperaturas en el mar, producto a su vez del calentamiento global. Es la mano del hombre aumentando la producción de gases que llegan a la atmósfera y crean una barrera que, según estimativos, puede aumentar en dos grados centígrados la temperatura, y que no parece tener dolientes entre los países que más contaminan y están generando mayores riquezas por el aprovechamiento de los combustibles más contaminantes.

La amenaza es una realidad innegable. Es llamativo que los Estados Unidos, el país más contaminante del mundo, reciba el impacto de huracanes como ‘Michael’ o tenga que soportar incendios descomunales que acaban con California, y sus autoridades se nieguen a tomar medidas para detener el calentamiento global que alimenta esos monstruos. Y que muchos otros se nieguen a invertir para proteger el medio ambiente, mientras sus pobladores deben soportar la furia de una naturaleza que pasa la cuenta de cobro por los abusos que cometen contra ella.

Para citar sólo el vecindario, Puerto Rico aún no puede superar las consecuencias de ‘María’, que le pasó por encima hace un año. Cuba sufre con frecuencia la presencia de huracanes con sus catastróficos resultados. La población de Haití se debate entre los temblores y los huracanes. Y México soporta un aumento de este último fenómeno en el océano Atlántico y en el Pacífico que dejan muerte, pobreza y desolación.

¿Hasta cuándo seguirá el mundo de espaldas a la realidad que lo amenaza, desconociendo los pronósticos de tragedias sin nombre que causa el abuso contra el medio ambiente y que se tratan de ignorar a pesar de sus letales consecuencias como las que dejó ‘Michael’?

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