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Cumbre en Santa Marta

10 de agosto de 2010 Por:

"Es menester no caer en la trampa de creer en la supuesta desavenencia personal..."

Hoy tendrá lugar en Santa Marta la cumbre de los mandatarios de Colombia y Venezuela, en el marco de los esfuerzos por recuperar las relaciones rotas por el presidente Hugo Chávez en el momento en que la delegación de nuestro país ante la Organización de Estados Americanos presentaba las pruebas sobre la presencia de las Farc y el ELN en territorio venezolano. La reunión es el primer paso del presidente Juan Manuel Santos por reparar lo que se ha sido destruido por años de tolerancia del régimen bolivariano con las guerrillas que practican el terrorismo indiscriminado en Colombia. Es la confianza que se ha perdido, porque Chávez pretende intervenir en nuestro país, además de haberlo convertido en argumento para la política de Venezuela. Y es el respeto que se debe a los dignatarios colombianos, incluido el presidente Santos cuando se desempeñaba como ministro de Defensa, a los cuales llenó de toda suerte de epítetos. Ahora, con una generosidad que ya ha demostrado en conflictos anteriores y de reclamar el desarme de las Farc, el gobernante vecino quiere dar a entender que la ruptura fue un asunto personal con el ex presidente Álvaro Uribe. Como hace algunos años cuando movilizó el Ejército de su Nación a la frontera con Colombia para después actuar como si nada pasara, Chávez extiende su mano para ofrecer relaciones fraternas y fecundas mientras llega el momento para insultar de nuevo. Sin duda es una conducta bipolar, en la que nuestro país es sindicado de ser un lacayo de los intentos de invasión del imperialismo yanqui, para después declararle su amor, como si nada hubiera sucedido. Con esos antecedentes se producirá la reunión en Santa Marta. Por supuesto, hay que reconocer el intento noble y sincero del nuevo Gobierno por pasar la página del último round colombo venezolano. Y destacar el intento de nuestra canciller, María Ángela Holguín, por reconstruir una relación cuyas raíces se hunden en la historia de los dos pueblos. Ojalá produzca los resultados que se esperan. Para ello es menester no caer en la trampa de creer en la supuesta desavenencia personal que Chávez usa para minimizar el daño que ha causado su conducta frente a Colombia y sus gobiernos.Como también hay que desear que sea el último de los insucesos, generados casi todos por el afán de Hugo Chávez de exportar su revolución bolivariana o de ofrecer abrigo a las Farc y el ELN. Lo cual se logrará si el Presidente de Venezuela aclara las razones por las cuales permite la presencia de la guerrilla en su país. Y si renuncia de una vez y para siempre a imponer sus supuestos planes de paz en Colombia, que empiezan por reconocer estatus de beligerancia a las organizaciones que trafican con drogas ilícitas y han hecho una profesión del terrorismo y del secuestro contra los colombianos.Ojalá, en Santa Marta reviva ese espíritu de fraternidad que ha unido a Venezuela y Colombia, de la mano de un nuevo gobierno que busca resolver un conflicto innecesario y nocivo. Para ello será requisito no olvidar los antecedentes graves y peligrosos que han producido el divorcio entre los gobiernos.

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