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Cuidado con las fronteras

La pregunta es por qué Colombia no toma medidas drásticas para impedir que su territorio sea usado como trampolín para esos viajeros, o como autopista para que los explotadores muevan a sus víctimas.

11 de mayo de 2016 Por:

La pregunta es por qué Colombia no toma medidas drásticas para impedir que su territorio sea usado como trampolín para esos viajeros, o como autopista para que los explotadores muevan a sus víctimas.

Como era de esperarse, Panamá impuso severos controles al paso en la frontera con Colombia. Y no es un asunto de discriminar a nuestro país, sino de protegerse de un fenómeno que le produce muchos problemas y que en la nación colombiana no parece tener la atención que merece. Se trata de los inmigrantes que utilizan su territorio para dar el salto hacia los Estados Unidos. Venidas en especial de Cuba, pero también de países del África o de Asia, son miles las personas que transitan por allí, que llegan a otros países de Centroamérica y ocasionan dramas humanitarios cuya dimensión crece y está ocasionando diferencias con sus vecinos, Nicaragua o Costa Rica.¿Por qué está Colombia involucrada? Porque gran parte de esos viajeros pasan por aquí. Los cubanos arriban a Suramérica por Ecuador, aprovechando que no requieren permiso alguno, o huyendo de Venezuela y de las misiones con las que el régimen castrista le paga los favores al gobierno de ese país. Y los demás, africanos y asiáticos, son importados por las mafias que manejan el tenebroso negocio de la trata de seres humanos. Todos ellos son sometidos a viajes que lindan con lo inhumano por las selvas del Chocó hasta llegar a la frontera con Panamá, padeciendo privaciones y enfrentando peligros. Muchos son detenidos en las carreteras de Nariño, del Cauca o del Valle, creando desconcierto porque nadie sabe cómo y porqué aparecieron en estos parajes. El caso es que, sin querer o tal vez por su falta de cuidado, Colombia es involucrada en la cadena de penurias que viven esos inmigrantes. Esa es la razón para que Panamá aumente sus controles en la frontera con nuestro país, en especial en la zona de Darién donde hasta ahora ha existido colaboración y comprensión. La medida no es un acto de discriminación ni implica el cierre para los colombianos como quiso presentarse en un principio. Por el contrario, es una decisión que puede ayudar a que no sigan usando nuestro territorio para explotar las necesidades y las angustias de quienes piensan que en los Estados Unidos están las soluciones a sus problemas y están dispuestos a afrontar cualquier sufrimiento con tal de conseguirlo. La pregunta es por qué Colombia no toma medidas drásticas para impedir que su territorio sea usado como trampolín para esos viajeros, o como autopista para que los explotadores muevan a sus víctimas. Y para evitar que nos acusen de ser por lo menos tolerantes con prácticas que desconocen los Derechos Humanos de quienes son explotados así, o somos partícipes de algo inaceptable para cualquier sociedad. ¿Acaso existen autoridades cómplices en ese negocio? Hoy es cada vez más urgente la necesidad de los países de trabajar en conjunto con sus vecinos para impedir que negocios como el narcotráfico o prácticas inhumanas como el comercio con las personas terminen ocasionando roces y hasta conflictos internacionales. Por eso, Colombia está en mora de ponerse de acuerdo con Ecuador, Venezuela, Panamá y el resto de Centroamérica. Es la manera de conjurar una práctica que puede llevar a conflictos innecesarios y peligrosos en las fronteras comunes.

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