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Cuidado con la economía

Dos años lleva la economía colombiana experimentando el ajuste que se produce por la baja en las cotizaciones del petróleo y los minerales. En adelante, deberá tomarlas medidas necesarias para evitar que la situación se vuelva crónica a causa de la propensión del Estado a endeudarse para pagar el déficit que ocasiona el gasto público.

20 de diciembre de 2017 Por: Editorial .

Dos años lleva la economía colombiana experimentando el ajuste que se produce por la baja en las cotizaciones del petróleo y los minerales. En adelante, deberá tomarlas medidas necesarias para evitar que la situación se vuelva crónica a causa de la propensión del Estado a endeudarse para pagar el déficit que ocasiona el gasto público.

En el 2017 se vivió una situación que se veía venir desde que terminó la bonanza petrolera. Incluso, desde el último trimestre de 2016 se empezó a presentar una seria contracción en la economía que afectó a la empresa privada al registrarse un apreciable descenso en las ventas internas y un lento crecimiento en las exportaciones de productos distintos a las materias primas. Aunque la devaluación ayudó en algo a mejorar la competitividad y a reducir las importaciones de bienes de consumo, lo cierto es que no se produjo el impulso que requería el país para evitar que se presentara el peligro de una recesión.

Pero no hay dudas de que el comportamiento del gasto público se transformó en causa de grandes preocupaciones, al mantener un ritmo que pareciera aceptable en las épocas de la bonanza pero que no tenía justificación en un período como el que se empezó a sentir desde el año pasado. Por eso, el endeudamiento público tuvo un crecimiento notable, mientras el Gobierno debió hacer muchas maromas para mantenerse dentro de la regla fiscal con un déficit del 3,6%.

Como consecuencia, debió promover una polémica reforma tributaria que incrementó el Impuesto al consumo sobre la base de unos cálculos optimistas. Mientras tanto, ese consumo siguió en descenso y las tasas de crecimiento de la economía llegaron a bajar a niveles que no se producían en los últimos años. Fue una alternativa contradictoria, puesto que lo que se necesitaba era incentivar la producción, el consumo y en consecuencia la economía.

Eso demostró que el Estado colombiano es el gran competidor del sector privado, puesto que se resiste a detener sus gastos, justificado en necesidades sociales inaplazables, impidiendo que la iniciativa particular sea incentivada como motor del crecimiento. Además, porque se mantiene una rara incapacidad para atajar y perseguir la evasión y el contrabando, o para acabar con la economía ilegal e informal que según estimativos mueve algo parecido a la mitad del Producto Interno Bruto real del país.

El final del año fue marcado por el reconocimiento del gobierno de un resultado negativo en los ingresos producidos por la reforma tributaria y la reducción de la calificación que emite la calificadora Standard & Poors. Son alertas sobre los comportamientos del gasto público, el deterioro en la confianza y su incidencia en la estabilidad de la economía.

Y aunque el repunte del petróleo ha representado un alivio para los ingresos fiscales, y todavía se puede hablar de un manejo prudente y estable de la economía, lo cierto es que Colombia, y sobre todo el Estado, deben tomar medidas inmediatas para generar tranquilidad, sin esperar a que se produzca la renovación del Congreso y la elección del nuevo Gobierno.

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