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Cuentas claras

"La presentación del presupuesto para el 2015, abre la discusión. Lo que ya debe estar claro, es que no podemos regresar a las épocas en las cuales el Estado no era capaz de atender las principales necesidades de la Nación. Pero tampoco se puede abrir la llave a un Estado que gasta más de lo que le ingresa y sin control".

2 de septiembre de 2014 Por:

"La presentación del presupuesto para el 2015, abre la discusión. Lo que ya debe estar claro, es que no podemos regresar a las épocas en las cuales el Estado no era capaz de atender las principales necesidades de la Nación. Pero tampoco se puede abrir la llave a un Estado que gasta más de lo que le ingresa y sin control".

Con la presentación del presupuesto para el 2015, el Gobierno y los analistas económicos han hablado de una reforma tributaria para enjugar el posible déficit que pueda registrarse en las finanzas del Estado. Más allá de si se requiere o no la reforma, lo que debe quedar despejado es el estado de la Hacienda Pública, el pilar sobre el que descansa la confianza en nuestra economía. Colombia ha vivido una gran bonanza producto de decisiones oportunas que cambiaron el escenario que existía hace quince años. Entonces se hablaba de una democracia fallida y de una economía deficitaria que impedía enfrentar los riesgos. Ello llevó a dos decisiones: en lo político, fortalecer la capacidad del Estado para enfrentar la violencia y ofrecer estabilidad y confianza para recuperar la inversión. La otra, de carácter fiscal, se concentró en el fortalecimiento de las finanzas públicas para poder ganar los desafíos. A ello se sumó el despegue de sectores como el de la minería y el petróleo que aportaron cuantiosos recursos a la Nación. Con variables adicionales como el incremento de la demanda agregada, esos factores han permitido un crecimiento jamás visto en Colombia, que ha contribuido a mejorar el empleo y reducir la inequidad. Es la posibilidad que surge de tener un sector público con capacidad de invertir y un sector privado dispuesto a aprovechar las oportunidades que ofrece Colombia. Esa es la razón por la cual el presupuesto del próximo año llega a los 216 billones de pesos, cifra que demuestra el gran empuje que ha experimentado la economía de nuestro país. Sin embargo, hay señales que deben ser tenidas en cuenta para evitar sorpresas desagradables. La primera de ellas es la caída que han experimentado los precios y la producción de la minería y el petróleo, los grandes pilares de las finanzas públicas. Por ello, el Ministro de Hacienda estimó en su momento que se tendrá un déficit de 13 billones. Y según se ha podido conocer, la reversa en la venta de Isagén significará un vacío de cinco billones adicionales, que afectará el programa de inversiones de infraestructura, denominado el G4. A lo cual debe sumarse el gasto que implica el eventual acuerdo de paz con la guerrilla Para enjugar ese déficit ya se conocen propuestas como la del ministro Mauricio Cárdenas, quien se alista a presentar una reforma tributaria bajo el nombre de Ley de Financiamiento. Reforma que, además de prolongar la vigencia del cuatro por mil y el impuesto al patrimonio, parece incluir asuntos como cambios en el impuesto a la renta y al Valor Agregado, sin que se conozca aún la disposición a detener el gasto público en subsidios, o el necesario combate a la evasión del IVA que se calcula en el 35% de su estimado, superior a los nueve billones de pesos.Es así como la presentación del presupuesto para el 2015, abre la discusión. Lo que ya debe estar claro, es que no podemos regresar a las épocas en las cuales el Estado no era capaz de atender las principales necesidades de la Nación. Pero tampoco se puede abrir la llave a un Estado que gasta más de lo que le ingresa y sin control.

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