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Crece la amenaza

"Además del costo que en divisas tendrá la importación de energía desde el Ecuador, anunciada ayer por el Ministro del ramo, el peor costo será el de no tener energía eléctrica ni agua potable suficientes para atender la demanda nacional. Por eso es necesario insistir en que se tomen medidas para contener el consumo".

26 de febrero de 2016 Por:

"Además del costo que en divisas tendrá la importación de energía desde el Ecuador, anunciada ayer por el Ministro del ramo, el peor costo será el de no tener energía eléctrica ni agua potable suficientes para atender la demanda nacional. Por eso es necesario insistir en que se tomen medidas para contener el consumo".

De manera sorpresiva, el Gobierno Nacional anunció ayer la compra de energía a Ecuador para evitar un posible apagón causado por los estragos que deja El Niño. Aunque es una buena noticia, y ante la prolongación del fenómeno climático, queda la preocupación sobre en qué estado se encuentra el país para enfrentar la amenaza de racionamiento.Se sabe que la decisión se origina en un incendio en los cables que conducen la energía producida en la central hidroeléctrica de Guatapé en Antioquia, una de las más importantes de Colombia, cuya recuperación no podrá lograrse entre el mes de mayo y el de septiembre del presente año. Con ello, otra planta de gran importancia para el sistema de generación, la de San Carlos, será afectada en su producción. Y además, el intenso verano ha afectado más de lo calculado la capacidad de generación de las demás hidroeléctricas del sistema nacional, cuyos embalses están en el 45% y siguen en caída debido a la sequía.Es decir, Colombia está al borde de una crisis, así las plantas de generación con base en gas e hidrocarburos estén funcionando a toda su capacidad. Lo cual justifica la adquisición de 7 gigavatios/hora por día al país vecino, que hasta no hace muchos días era comprador de la energía que producíamos en el nuestro. Pero tal emergencia demanda también que se les informe a los colombianos cuál es la situación actual y cuáles los riesgos que estamos corriendo. Se trata de evitar a toda costa un racionamiento que como el de 1991 causará mucho daño en la economía nacional. Y de notificar con seriedad sobre un asunto de tal gravedad que no puede ser tratado con argumentos folclóricos ni usar recursos retóricos para tranquilizar a la gente, como hasta ahora ha venido ocurriendo. Hoy se sabe que los embalses están en menos del 45% de su capacidad y que en represas como la del Guavio se ha debido reducir la generación para darle prioridad al abastecimiento de agua para los ocho millones de habitantes de Bogotá.Esa claridad debe estar acompañada de una campaña vigorosa para estimular el ahorro de los hogares y las empresas. Y de medidas serias que castiguen el desperdicio, tanto de la energía como del agua. Lo que hasta ahora se conoce sugiere que se están cumpliendo los anuncios que se hicieron sobre los estragos que causaría El Niño, frente a lo cual no ha existido un esfuerzo de las proporciones que se requieren para reducir el consumo.Además del costo que en divisas tendrá la importación desde el Ecuador, anunciada ayer por el Ministro del ramo, el peor costo será el de no tener energía eléctrica ni agua potable suficientes para atender la demanda nacional. Por eso es necesario insistir en que se tomen medidas para contener el consumo. Empezando por el gasto en las oficinas y edificios públicos, hasta los hogares y las empresas privadas, todos los colombianos debemos contribuir a evitar un racionamiento que causará daños que pueden ser irreparables a una economía ya de por sí golpeada por la caída en el precio del petróleo y la consecuente disminución en la capacidad financiera del Estado.

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