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Contra la libertad

Con su guerra contra los medios de comunicación, Rafael Correa pretende lograr que el silencio cómplice y la alabanza sean las cortinas que disimulen sus fracasos, tapen sus abusos y cubran la corrupción. Es su estrategia para lograr una nueva reelección mediante el desconocimiento de las libertades y los derechos que constituyen una verdadera democracia.

1 de agosto de 2012 Por:

Con su guerra contra los medios de comunicación, Rafael Correa pretende lograr que el silencio cómplice y la alabanza sean las cortinas que disimulen sus fracasos, tapen sus abusos y cubran la corrupción. Es su estrategia para lograr una nueva reelección mediante el desconocimiento de las libertades y los derechos que constituyen una verdadera democracia.

En una batalla contra la opresión se está convirtiendo en el Ecuador el ejercicio de un oficio tan necesario para cualquier sociedad como la expresión libre de la opinión y el derecho a la crítica. Ahora, la extorsión con la publicidad proveniente de las entidades públicas es la herramienta del presidente Rafael Correa para tratar de acallar a quienes se oponen a sus abusos de poder.Prohibir la publicidad de las entidades oficiales en los medios de comunicación privados argumentando las utilidades que reciben sus propietarios, es tratar de desviar el debate público sobre la acción o la omisión del Estado y los funcionarios estatales como Correa. Es tan absurdo como prohibir que esas entidades compren cualquier producto o servicio a cualquier entidad que no esté de acuerdo con los actos dictatoriales de un régimen. Sólo que, en éste caso, lo que se está produciendo es un grotesco atentado contra la libertad de expresión.Pero así están las cosas en el Ecuador, en momentos en que el presidente Correa no ha logrado que el Congreso de su país le apruebe la ley con la cual pretende imponer una mordaza definitiva a la crítica contra sus autoritarismos, colofón necesario a la enmienda constitucional que hizo aprobar hace unos meses en un referendo para establecer la censura. Al mandatario en trance de reelección por tercera vez tampoco le satisface el acumular la propiedad de decenas de medios en el gobierno ni el haber usado su poder para lograr de la Justicia una condena que en la práctica significaba la expropiación del diario El Universo de Guayaquil.Ahora quiere asfixiar a los medios que no comulguen con sus dictados, al mejor estilo fascista. O que se atrevan a criticar y disentir de la prédica oficial, con lo cual se asimila al estalinismo de sus amigos los Castro en Cuba. Por eso empieza por vetar la publicidad oficial en aquellos medios que no comulguen con sus ambiciones de caudillo y osen expresar su disentimiento con los innumerables errores que comete a diario su gobierno. Pero puede terminar obligando a las empresas privadas que tienen negocios con el Estado ecuatoriano a suspender su publicidad en esos medios so pena de prohibir o suspender esos negocios.Ese es el totalitarismo que han insertado en la Constitución de sus países gobiernos como el de Correa en el Ecuador, el de Chávez en Venezuela, el de la viuda de Kirchner en Argentina, el de don Evo en Bolivia y el de Ortega en Nicaragua. Un totalitarismo apoyado en populismos incendiarios y vestido con todas las formas legales que no por ello dejan ser abusos de poder y de desconocer de manera rampante la libertad de expresión y el derecho a pensar distinto. Con su guerra contra los medios de comunicación, Rafael Correa pretende lograr que el silencio cómplice y la alabanza sean las cortinas que disimulen sus fracasos, tapen sus abusos y cubran la corrupción. Es su estrategia para lograr una nueva reelección mediante el desconocimiento de las libertades y los derechos que constituyen una verdadera democracia.

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