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Consumidores y delincuencia

Como puede observarse, la propuesta no se refiere a la prevención. Ni si quiera toca temas tan importantes como la educación de los menores. Tampoco trata de respaldar las iniciativas que propenden por la legalización del consumo, principio sobre el cual se basan los centros que se crearon en otras partes del mundo, como recurso terapéutico para ayudar a los consumidores. Por supuesto, tampoco tiene en cuenta el relativo éxito que esos centros han alcanzado en Europa.

9 de agosto de 2012 Por:

Como puede observarse, la propuesta no se refiere a la prevención. Ni si quiera toca temas tan importantes como la educación de los menores. Tampoco trata de respaldar las iniciativas que propenden por la legalización del consumo, principio sobre el cual se basan los centros que se crearon en otras partes del mundo, como recurso terapéutico para ayudar a los consumidores. Por supuesto, tampoco tiene en cuenta el relativo éxito que esos centros han alcanzado en Europa.

En medio de una entrevista sobre sus realizaciones y polémicas como mandatario, el alcalde de Bogotá incluyó la propuesta de crear centros de atención a drogadictos donde éstos puedan incluso consumirlas “relativamente controlados”. Además de desviar la atención sobre las preocupaciones por su gobierno, su propuesta trajo a la primera plana un tema que no puede ser tratado a la ligera.Dice Gustavo Petro en su entrevista: “Buena parte de la violencia y la criminalidad que aún queda en la ciudad (Bogotá) tiene una derivación del consumo y tráfico pequeño de drogas”. Al criticar la prohibición de las drogas, propuso la creación de los centros financiados y administrados por el Estado para que hagan el tratamiento en los que “incluso el adicto pueda consumir relativamente controlado, sin provocar daño a la sociedad”. Y finaliza diciendo que “si esto lo hacemos como plan piloto en las áreas más violentas el año entrante tendríamos una caída aún mayor del delito total, desde el homicidio hasta el robo de celulares”.Es decir, para el Alcalde de Bogotá, el consumo de drogas y el tratamiento de la adicción sigue siendo un asunto de criminalidad y no de salud pública. Y en lo que debe trabajar el Estado, es en reducir la peligrosidad de los consumidores, claramente señalados por él como personas que delinquen para pagar las drogas que alimentan sus adicciones, lo que a su vez le genera los recursos del microtráfico. Por lo cual, al sustituir a los traficantes por el Estado se estará llevando al negocio ilícito al punto de su desaparición por la ausencia de demanda. Como puede observarse, la propuesta no se refiere a la prevención. Ni si quiera toca temas tan importantes como la educación de los menores. Tampoco trata de respaldar las iniciativas que propenden por la legalización del consumo, principio sobre el cual se basan los centros que se crearon en otras partes del mundo, como recurso terapéutico para ayudar a los consumidores. Por supuesto, tampoco tiene en cuenta el relativo éxito que esos centros han alcanzado en Europa.Por lo que puede entenderse, la idea está dirigida a atacar la demanda y no a prevenir el delito. Y busca reducir la criminalidad de las organizaciones de microtráfico por la vía de competir con su negocio antes que destruirlo. Es como pedirle al Estado que renuncie a combatir una de las peores causas de inseguridad como son las asociaciones criminales que abundan en Colombia, centrando el interés y los recursos en arrebatarles el mercado. Idea original, sin duda, que ha desatado una intensa polémica en todos los medios de comunicación. Pero que, dadas las circunstancias por las que atraviesa el alcalde Petro ante las erráticas decisiones que ha tomado en los pocos meses que lleva al frente de Bogotá, parece más un recurso para escampar de la crítica. Por eso, y sin recurrir a descalificaciones expresadas en lenguaje desobligante, es bueno recordar al mandatario que debe tener cuidado con sus propuestas que, en este caso, ponen a quienes padecen la adicción como los causantes directos de la delincuencia y la inseguridad.

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