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Consecuencias del sectarismo

"Basta saber que por el solo hecho de no haber aprobado la extensión del presupuesto, 800.000 personas quedaron cesantes, a un millón más no se les podrá pagar su salario, muchos servicios públicos deberán ser suspendidos o clausurados. Y, por supuesto, los programas de asistencia social a menores, mujeres y niños, tendrán que parar".

2 de octubre de 2013 Por:

"Basta saber que por el solo hecho de no haber aprobado la extensión del presupuesto, 800.000 personas quedaron cesantes, a un millón más no se les podrá pagar su salario, muchos servicios públicos deberán ser suspendidos o clausurados. Y, por supuesto, los programas de asistencia social a menores, mujeres y niños, tendrán que parar".

Seis meses duró el presupuesto de los Estados Unidos durmiendo en un cajón del escritorio del presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Jhon Boehner, sin que se dignara atender los llamados del Senado, de mayoría demócrata, para discutirlo y aprobarlo. El resultado es el cierre de la administración federal, que debe suspender el gasto público en gran proporción, mientras la eterna rivalidad política, ahora agudizada por una fracción del Partido Republicano, se erige como una gran amenaza a la estabilidad de la economía global. Pareciera ser que las alertas emitidas ante el desastre que puede significar la prolongación de ese cierre sean más propias de un alarmismo infundado que de un vaticinio certero. Pues no es así. Basta saber que por el solo hecho de no haber aprobado la extensión del presupuesto, 800.000 personas quedaron cesantes, a un millón más no se les podrá pagar su salario, muchos servicios públicos deberán ser suspendidos o clausurados. Y, por supuesto, los programas de asistencia social a menores, mujeres y niños, tendrán que parar. Lo increíble de todo es la razón de esta crisis: es la oposición cerrera al programa de salud impulsado por el presidente Barack Obama, promovida de manera ciega por el ‘tea party’, una pequeña pero poderosa facción del Partido Republicano que se empeña en desconocer el que ese programa es una ley aprobada en su momento por las mayorías de los legisladores estadounidenses. Y que su empecinamiento sectario le produjo a su candidato presidencial una de las más amplias derrotas en la historia de los Estados Unidos, causada en gran parte por el apoyo de los votantes a una iniciativa necesaria para garantizarle la salud a más de la cuarta parte de la población estadounidense. Al parecer, la miopía sigue primando en el partido que hasta hace poco gobernó a los Estados Unidos y conoce las consecuencias que padecerá su nación. Al final, menos de una hora antes de cumplirse el plazo para aprobar la ley presupuestal, Boehner clamó por una reunión con el Senado de mayoría demócrata para negociar su aprobación, bajo sus supuestos: no trasladar fondos para financiar el sistema de salud que empezó a operar ayer; demorar un año la aplicación de la Ley; bloquear los impuestos destinados a soportar el sistema y despojar a los empleados del Congreso de los subsidios de salud. Por supuesto, la negativa fue rotunda y los efectos empezaron a sentirse. Ahora falta que la mayoría republicana de la Cámara de Representantes niegue la aprobación al techo presupuestal que permite al gobierno endeudarse para cubrir sus gastos y sus acreencias. Y si eso pasa, lo que ahora está causando daños relativamente pequeños se puede convertir en un huracán que arrase con la economía de los Estados Unidos y del mundo, porque significa entrar en cesación de pagos del país más poderoso del planeta. Entonces, la causa será la misma: el empecinamiento en una confrontación ideológica que por increíble que parezca no permite poner los intereses de la gran nación norteamericana por encima de los partidismos sectarios.

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