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¿Comunista o capitalista?

En cinco años, cuando el Partido Comunista Chino llegue a la centuria de vida, se sabrá entonces cuál lectura terminaron por darle sus conciudadanos a esa definición de que “el marxismo nunca es el fin de la verdad, abre un camino hacia la verdad”.

5 de julio de 2016 Por:

En cinco años, cuando el Partido Comunista Chino llegue a la centuria de vida, se sabrá entonces cuál lectura terminaron por darle sus conciudadanos a esa definición de que “el marxismo nunca es el fin de la verdad, abre un camino hacia la verdad”.

En su discurso con motivo del 95 aniversario del Partido Comunista, el presidente Xi Jinping emitió una alerta insólita: la República Popular China seguirá firme en la defensa de su concepción del marxismo y mantendrá en alto la espada contra la corrupción. ¿Qué lo motivó?Se dice que Xi pretende armar una jugada estratégica para hacerse al control de la asamblea quinquenal de 2017, cuando se verán las caras las dos Chinas continentales. Una, la que apunta a ser más occidental y más capitalista. Y la otra, la del líder más maoísta de los sucesores de Mao, empeñada en no huir del presente pero dispuesta a continuar con la ideología como fundamento. Como presidente que ya cumple cuatro años en el puesto de timonel en un momento desafiante de la coyuntura internacional, el mandatario conoce bien que la bonanza que a principios de siglo cotizó las acciones del gran dragón en la economía mundial ya es cosa del pasado, mientras el presente pinta difícil.Xi Jinpin confía en que el Partido Comunista quiera mantenerse en el mando con él a la cabeza. Aunque ya no bastará con dinero, que no lo hay tanto como antes, sino que habrá que echar mano de la historia y de la defensa de un proyecto político. Por eso su llamado urgente a no caer en el desviacionismo o incluso en el abandono al marxismo, so pena de “perder el alma y la dirección”, es más que una consigna.Es evidente que el Partido sigue siendo, desde la perspectiva de sus dirigentes, faro, luz y guía de la nación, aunque sean apenas 88 millones de los casi 1.400 millones de los habitantes del gran dragón quienes están afiliados a esa colectividad hegemónica, ahora con tendencia a la baja. En el último año, el registro de nuevos miembros fue uno de los menores de las últimas cuatro décadas. En cambio, muy contundentes son los alcances en el ejercicio de la doble soberanía, la del país y la del partido, sobre la que Xi ya dejó claras sus orientaciones. Hombre protagonista, al estilo de Mao, el actual presidente ha puesto en estos años todo bajo su control. Desde la economía hasta la persecución de los disidentes en vivo y en directo o en internet, pasando por la bandera anticorrupción, con la que cree poder alcanzar la continuidad en el manejo del gobierno.Tampoco ha dejado como rueda suelta al ejército. Primero lo puso bajo la lupa para limpiarlo de elementos indeseables y ahora ha prometido reformar y modernizar, con un incremento presupuestal del 7,6%, destinado a los dos millones de hombres que lo conforman.Qué duda cabe que Xi acaba de poner en marcha su campaña reeleccionista. En cinco años, cuando el Partido Comunista Chino llegue a la centuria de vida, se sabrá entonces cuál lectura terminaron por darle sus conciudadanos a esa definición suya de que “el marxismo nunca es el fin de la verdad, abre un camino hacia la verdad”.Si apostaron a la verdad ortodoxa de Mao. O a la empresarial que crece y mira a Occidente. O a las dos, como hoy, aunque quién sabe si en impensables proporciones que signifiquen un auténtico viraje frente al viejo modelo que implantó la revolución, hace ya 63 años.

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