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Colombia y Venezuela

Son hechos que reclaman prudencia del Gobierno Nacional, pero a la vez necesitan de la vigilancia y el apoyo de la comunidad internacional.

22 de agosto de 2018 Por: Editorial .

Millones de venezolanos abandonan su país ante la ruina a la cual lo han condenado, y padecen de un incalculable drama humanitario que Colombia trata de atender. Y al mismo tiempo, el gobierno de Venezuela recurre a invasiones en nuestro territorio, verdaderas provocaciones que parecen dirigidas a ocasionar un conflicto.

Son las dos caras de una misma moneda, el desastre que ha producido una dictadura insensata que condena a su pueblo a una tragedia jamás imaginada en el país que puede ser el más rico de Suramérica en recursos naturales. Durante diecinueve años, lo que ha producido el chavismo es la división de la sociedad, la destrucción de la economía, el crecimiento de la violencia, el terror oficial y la diáspora más grande que recuerde el Continente.

Los venezolanos caminan por todas las carreteras en busca del futuro que le niegan en su patria. Y han llegado a Colombia, donde han recibido la mano amiga en la inmensa mayoría de los casos, ya sea para atenderlos en la medida de nuestras posibilidades o para brindarles un sitio donde escampar del infame régimen que les robó a su Nación.

Otros pasan con destino a Ecuador, Perú, Chile o a donde estén sus familiares, recibiendo el apoyo que pueda darles el gobierno o la solidaridad de los colombianos.

Ahora se encuentran con una dificultad más. Es la exigencia de un pasaporte que su gobierno les niega y que piden los países vecinos para intentar controlar la llegada de miles de personas. Sobra decir que la situación afectará a Colombia, que tendrá que multiplicar sus esfuerzos para atender lo mejor posible lo que es sin duda culpa del gobierno de Venezuela.

Y aparece otro elemento que causa explicable alarma. Hace pocos días, y sin ninguna autorización, dos helicópteros del Ejército venezolano aterrizaron con treinta soldados en Vetas de Oriente, municipio de Tibú.
Fue una nueva violación de nuestra soberanía. Pero ante todo, fue una provocación para que nuestro Gobierno y la Fuerza Pública reaccionen, la posibilidad de desencadenar un conflicto que le sirva a la dictadura de Nicolás Maduro para desviar la atención hoy concentrada en el desastre que le ha causado a los venezolanos y a su país.

Son hechos que reclaman prudencia del Gobierno Nacional, pero a la vez necesitan de la vigilancia y el apoyo de la comunidad internacional. En vez de discriminaciones y medidas punitivas como estrategia para enfrentar lo que es un problema innegable, los venezolanos deben recibir atención humanitaria y la posibilidad de soportar con dignidad la tragedia que atraviesan. Y Colombia necesita que los organismos multinacionales como la ONU y la OEA intervengan para evitar que las provocaciones desencadenen un conflicto absurdo.

Son dos aspectos de un problema originado por la tiranía que manda en el país vecino y que está causando inconvenientes peligrosos para toda la región. Son asuntos que demandan la actuación oportuna para detener el terrible drama que padecen los venezolanos e impedir lo que puede ser una confrontación entre Colombia y Venezuela.

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