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Claridad ante todo

19 de noviembre de 2010 Por:

"Ahora, los abrazos y las lisonjas están a la orden del día..."

Luego de que el Gobierno colombiano aprobara la extradición de Walid Makled a Venezuela, a nuestro país llegaron tres guerrilleros deportados, anunciándose la posible entrega de otros cuatro más que están en las cárceles de Caracas. Todo parece indicar que se trata de un intercambio generoso, en el marco de las nuevas relaciones entre los dos gobiernos que parecen dejar atrás los motivos de la ruptura.Sin duda, mucho ha cambiado en las relaciones bilaterales. Atrás quedó el lenguaje pugnaz y las declaraciones altisonantes, donde el presidente Hugo Chávez ofendía en materia grave a su similar en Colombia, a sus ministros y a todo el que osara criticar sus procedimientos contra nuestro país. Ya no parece ser momento para ordenar el desplazamiento de batallones de tanques a la frontera con que el ex Coronel amenazaba, cada que a su juicio se producía una agresión de parte del “lacayo imperialista”, la forma en que se refería al presidente Álvaro Uribe y al entonces ministro Santos.Ahora, los abrazos y las lisonjas están a la orden del día. Y aunque de manera lenta, aparecen progresos en el pago a los más de US$800 millones que les debían a los exportadores colombianos. La designación de embajadores tras las fraternas reuniones de Santa Marta y Venezuela, demuestran una mejoría sustancial. Lo que no impide afirmar que será difícil recuperar el ritmo de un intercambio comercial que llegó a los US$6.000 millones por año, ya que el desmantelamiento de la iniciativa privada y el temor a la trampa en que se convirtió el manejo de divisas en Venezuela, han crecido el escepticismo de los empresarios colombianos.Pero también es cierto que en Colombia aún se pregunta qué ha pasado con las denuncias sobre los jefes y campamentos guerrilleros que usan el territorio venezolano para evadir a las autoridades colombianas y lanzar ataques contra nuestra Nación. Ahora, la entrega de Makled, un poderoso narcotraficante con nexos en las altas esferas del chavismo, y quien ha desatado un escándalo con sus declaraciones, fue correspondida con la devolución de algunos guerrilleros de tercer nivel. Cabe preguntar entonces si esa es una respuesta satisfactoria a la inquietud de los colombianos sobre la libertad con que se mueven y actúan en ese país delincuentes de alto calibre como ‘Iván Márquez’, ‘Timochenko’, o ‘Granobles’, hermano del ‘Mono Jojoy’ y reconocido jefe del narcotráfico en las Farc. Y si ese asunto, delicado y sensible para un país que ha padecido la violencia promovida por ellos, se ha discutido en las conversaciones de los presidentes, o de sus cancilleres, o de las comisiones bilaterales.La inquietud puede parecer imprudente cuando el presidente Santos muestra la recuperación de la relación con Venezuela como uno de sus logros en los cien primeros días de su mandato. Pero es necesaria. Así resurjan las buenas maneras y se deban respetar las diferencias ideológicas, el Gobierno no puede olvidar el riesgo que significa para el país que el régimen chavista persista en proteger a quienes amenazan la tranquilidad de Colombia.

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