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Cero desperdicio

"Se pierde comida durante las cosechas por deficiencias en los métodos de recolección, procesado y almacenamiento; falla la cadena de refrigeración y transporte; y los consumidores desperdician productos que aún pueden utilizarse. La ecuación es sencilla: se compra más de lo que se consume a la vez que se desecha lo que aún está en buen estado. Mientras tanto el 12% de la población pasa hambre".

2 de febrero de 2013 Por:

"Se pierde comida durante las cosechas por deficiencias en los métodos de recolección, procesado y almacenamiento; falla la cadena de refrigeración y transporte; y los consumidores desperdician productos que aún pueden utilizarse. La ecuación es sencilla: se compra más de lo que se consume a la vez que se desecha lo que aún está en buen estado. Mientras tanto el 12% de la población pasa hambre".

Cada seis segundos un niño muere por causas relacionadas con el hambre, el mismo tiempo que le lleva a la humanidad desperdiciar 252 toneladas de comida. Si se hiciera un cálculo rápido se sabría que con las 1.300 millones de toneladas que se pierden al año, se resolvería la crisis alimentaria de 870 millones de personas que sufren de inanición. Una paradoja inexplicable en un mundo cada vez más tecnificado, con mejores procesos productivos y con canales de comunicación que permiten llegar a todas partes. La inequidad alimentaria es resultado de la indiferencia y la falta de políticas que promuevan una producción adecuada, una distribución equitativa y hábitos de consumo que eviten el desperdicio.Cambiar ese rumbo es el objetivo de la campaña ‘Piensa, aliméntate, ahorra. Reduce tu huella alimentaria’, de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO. Con ella se pretende que la población, las instancias de la cadena alimentaria y los Estados tomen conciencia de cómo con responsabilidad social, producción sostenible, compromiso con el medio ambiente y sentido práctico de la economía se ayudaría a paliar la hambruna mundial. De 4.000 millones de toneladas de alimentos que se producen cada año, suficientes para dar de comer a los 7.000 millones de habitantes de la Tierra, el 32% termina en la basura, llegando al 50% en los países desarrollados. Se pierde comida durante las cosechas por deficiencias en los métodos de recolección, procesado y almacenamiento; falla la cadena de refrigeración y transporte; y los consumidores desperdician productos que aún pueden utilizarse. La ecuación es sencilla: se compra más de lo que se consume a la vez que se desecha lo que aún está en buen estado. Mientras tanto el 12% de la población pasa hambre.Como dice el secretario adjunto de la ONU, Achim Steiner, “En un mundo de siete mil millones de habitantes, que aumentará a nueve mil millones en el 2050, el desperdicio de alimentos no tiene sentido”. Recomendación aplicable en Colombia, donde aún son escasos las acciones, los recursos y las políticas públicas que promuevan la tecnificación del sector agrícola y de la cadena de producción y distribución de alimentos, así como la educación en un consumo racional.La responsabilidad es compartida. Bien lo plantea José Graziano da Silva, director de la FAO, al asegurar que “juntos podemos invertir esa tendencia inaceptable y mejorar la vida de las personas. Si podemos ayudar a los productores de alimentos a reducir las pérdidas a través de mejores métodos de recolección, procesado, almacenamiento, transporte y comercialización, y combinar esto con cambios profundos y duraderos en la forma de consumir alimentos, podremos entonces tener un mundo más sano y sin hambre”. El reto para la humanidad es tan grande como actuar para que se reduzca al mínimo el desperdicio de 1.300 millones de toneladas de comida, se haga una distribución más equitativa de los alimentos que se producen y se les dé una oportunidad de vida a 5,2 millones de niños destinados a morir cada año por causa del hambre.

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