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Cataluña y la incertidumbre

Cuando se esperaba una posición clara del presidente de la Generalitat, Cataluña sigue esperando que se defina la posición de los independentistas.

26 de octubre de 2017 Por: Editorial .

Cuando se esperaba una posición clara del presidente de la Generalitat, Cataluña sigue esperando que se defina la posición de los independentistas. Entre tanto, el Gobierno de España avanza hacia la aplicación de la Constitución y de la intervención que debe producirse en los próximos días.

La situación es similar a la de una telenovela que se desarrolla por capítulos llenos de tensión. En las últimas semanas, y luego del referendo sin duda parcial y manejado por quienes tienen el control del gobierno autonómico, la situación ha cambiado porque Carles Puigdemont, el presidente de la Autonomía ha dado muestras de dudas y conflictos internos que ya parecen inmanejables para él.

Ese comportamiento parece explicarse por la multitudinaria manifestación en Barcelona de quienes no están de acuerdo con la separación. Y por la muralla de rechazos que ha recibido de la comunidad internacional, que no le reconoce personería, salvo los respaldos de la Rusia de Vladimir Putin y la Venezuela de Nicolás Maduro. Pero además, sus vacilaciones en proclamar la independencia han erosionado el respaldo de la alianza de movimientos que respaldan el empeño.

En la otra acera, y mientras la Justicia sigue adelante en su papel de defender la legalidad, el gobierno español avanza en la aplicación del artículo 155 de la Constitución que ordena la intervención de cualquier autonomía cuando se produzcan hechos como los que ocurren en Cataluña. Además, no se ha prestado a las maniobras que pretenden dilatar las decisiones o dar a entender que negocia una secesión abiertamente ilegal y basada en una consulta parcializada, pues en ella no participa la otra mitad de los catalanes que no está de acuerdo con lo que hacen sus gobernantes.

Ayer, cuando se creía que Puigdemont iba a tomar una decisión, ya sea declarando la independencia o aceptando convocar a elecciones, su respuesta fue dejar la decisión en manos del Parlamento catalán, argumentando que el Partido Popular del Presidente español no acepta negociar. Todo indica que ello se debió al rechazo de los más radicales del Todos por el Sí, que no admiten nada distinto a la ruptura definitiva, y a la negativa del Gobierno de Mariano Rajoy a ofrecer cualquier tipo de inmunidad a quienes promueven la secesión.

Salvo que se presente algo extraordinario hoy, mañana sábado debe producirse un capítulo que puede ser el definitivo, cuando la inmensa mayoría del Senado de España apruebe la intervención, ordene la disolución del Parlamento catalán y cite a elecciones. Con ello se sabrá si continúa la estampida de las grandes empresas catalanas y si los separatistas son la inmensa mayoría que proclaman, desconociendo a quienes quieren seguir siendo parte de España, respetando la Constitución que aprobaron en 1978.

Entonces empezará una nueva etapa que, ojalá, termine con un intento que le ha causado daños graves a Cataluña. Hasta ahora es un movimiento basado en nacionalismos populistas, en manipulaciones del poder y en mentiras convertidas en verdades por los jefes de la Generalitat y del separatismo.

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