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Candidato fantasma

Los medios internacionales se han preguntado por qué en un país como Costa Rica, caracterizado por su reformismo y alejado de los radicalismos políticos de sus vecinos centroamericanos, el pueblo le ha dado la espalda al Partido de Liberación Nacional, que tiene éxitos comprobados en el despegue económico del país y en la promoción de políticas avanzadas en temas como el cuidado del medio ambiente.

7 de abril de 2014 Por:

Los medios internacionales se han preguntado por qué en un país como Costa Rica, caracterizado por su reformismo y alejado de los radicalismos políticos de sus vecinos centroamericanos, el pueblo le ha dado la espalda al Partido de Liberación Nacional, que tiene éxitos comprobados en el despegue económico del país y en la promoción de políticas avanzadas en temas como el cuidado del medio ambiente.

Ayer domingo, los alrededor de 3 millones de costarricenses acudieron a las urnas para elegir al nuevo Presidente de su país, en medio de un hecho inusitado.Llegaron a la segunda vuelta el académico y centroizquierdista Guillermo Solís, puntero en las encuestas y Jhony Araya del partido de gobierno, quien en una decisión inédita frenó su campaña, alegando falta de apoyo y de dinero. Así todo parece indicar que Solís será elegido sin oposición.Pero sólo en apariencia, pues en Costa Rica no es legal renunciar a la candidatura presidencial en segunda vuelta, por lo que el nombre de Araya apareció en las papeletas y los votos por él serán contabilizados, como lo aclaró el Tribunal Electoral. Así, la campaña contó con un candidato legítimo y visible que contendió contra un “candidato fantasma”, como lo han llamado los medios.Se trata de una medida política antes que jurídica, pues al parecer Araya se encontraba descontento con el apoyo de su partido y del gobierno, y preveía una dura derrota ante la coalición que apoya a Solís, un hombre de buena reputación. El mensaje de Araya es demostrar que no está obsesionado con el poder y que prefiere no llegar a la primera magistratura si el apoyo que recibe es precario, reservándose el derecho de encabezar la oposición al nuevo gobierno con un bagaje mayor de autoridad moral. Los medios internacionales se han preguntado por qué en un país como Costa Rica, caracterizado por su reformismo y alejado de los radicalismos políticos de sus vecinos centroamericanos, el pueblo le ha dado la espalda al Partido de Liberación Nacional, que tiene éxitos comprobados en el despegue económico del país y en la promoción de políticas avanzadas en temas como el cuidado del medio ambiente.La respuesta, como la dio el próximo Presidente, conduce a la corrupción y el clientelismo, que han aumentado la pobreza en el país. Para Solís, que llegó a ser secretario general del Partido de Liberación Nacional y renunció a la militancia en esa agrupación que detenta el gobierno “se especializa en administrar la pobreza porque en las últimas décadas le ha dado rédito político a través del clientelismo”.Pese a la confianza que genera, el hecho de que Solís se haya inclinado a pactar con grupos independientes y haya elogiado los gobierno de Lula da Silva en Brasil, Rafael Correa en Ecuador, Michele Bachelet en Chile y José Mujica en Uruguay, parece indicar que el país dará un giro hacia posturas izquierdistas, lo que presuntamente enrarecerá el ambiente político centroamericano.Pues no debe olvidarse que en otro país cercano, El Salvador, que también elegía Presidente ayer, es muy posible que el ganador sea un exguerrillero del Frente Farabundo Martí, lo que, sumado al gobierno de Ortega en Nicaragua, puede desestabilizar la armonía política en Centroamérica.El caso de Costa Rica es relevante por su larga tradición democrática, su pacifismo en las relaciones internacionales y el reformismo de sus gobiernos. Este giro de ahora muestra como la corrupción de las élites gobernantes es un cáncer que liquida las mejores intenciones.

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