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Cambio necesario

El medio ambiente y el plástico no se llevan bien. Mientras la vida útil de una bolsa plástica es de 20 minutos, una vez se deshecha tardará 400 años en descomponerse pero antes habrá enredado la caparazón de una tortuga o un pájaro se la tragará. Por eso los esfuerzos que se hacen para racionar y racionalizar su uso.

1 de junio de 2018 Por: Editorial .

El medio ambiente y el plástico no se llevan bien. Mientras la vida útil de una bolsa plástica es de 20 minutos, una vez se deshecha tardará 400 años en descomponerse pero antes habrá enredado la caparazón de una tortuga o un pájaro se la tragará. Por eso los esfuerzos que se hacen para racionar y racionalizar su uso.

Colombia entró en esa onda en el 2017 cuando comenzó a cobrar un impuesto a las bolsas plásticas para desincentivar su utilización. Otra resolución publicada en mayo de este año determina que a partir de enero del 2019 las que entreguen los comerciantes y vendedores a sus clientes deberán ser de colores y con mensajes alusivos para incentivar la clasificación y el reciclaje de basuras.

La Unión Europea, por su parte, estudia prohibir por completo los artículos plásticos que se usan una sola vez como pitillos o platos y cubiertos desechables. Esos elementos, junto a las botellas, los copitos de algodón, los empaques de snacks o los globos de fiesta representan el 70% de la basura que termina en el mar. También son los que han afectado a 1300 especies de animales, incluido el 90% de las aves del Planeta que, según Greenpeace, alguna vez han ingerido alguna partícula de ese material.

Todas ellas son medidas necesarias para hacerle frente a uno de los más enconados enemigos del medio ambiente mundial, pero las políticas públicas deben ir más allá de las prohibiciones o de los gravámenes si se quiere tener éxito en el control del plástico y de los daños que ocasionan. Lo primero es educar a la población; en el caso de Colombia, por ejemplo, hay que fomentar la cultura del reciclaje. No basta con obligar a las tiendas o almacenes que entreguen bolsas de colores si primero no se enseña cómo se hace y por qué es importante clasificar los desechos.

La industria también tiene la responsabilidad de ayudar en ese propósito. Esta es una buena oportunidad para innovar, para ser más creativos y comenzar la conversión hacia materiales biodegradables o hacia una producción de artículos que seas amigables con el medio ambiente. No hay otra opción si se pretende revertir el daño que el plástico le está haciendo hoy al Planeta, a sus suelos, a los ríos y mares, a los animales.

Las 2,41 millones de toneladas métricas de plástico que terminan cada año en el océano serán difíciles de recuperar, sus micropartículas terminarán en el fondo del mar por los próximos siglos y en ese tiempo seguirán intoxicando o matando a miles de animales. Ahora hay que pensar en el futuro, en evitar que la Tierra siga contaminándose y padeciendo las consecuencias por los siguientes 400 o más años, que es el tiempo que se demora en degradarse un plato desechable, una bolsa o una botella plástica.

La indiferencia no es una opción. Las acciones comienzan en casa, la responsabilidad es de cada uno, la industria necesita comprometerse y los Estados deben ser los guías que marquen el camino para hacer el cambio cultural que permita hacerle frente a la contaminación y a la destrucción ambiental que hoy le causa el plástico al Planeta.

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