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Cambio en Irán

El lenguaje del nuevo Presidente está alejado de las estridencias y amenazas que acostumbraba su antecesor, y ha pedido a la comunidad internacional “alejar el lenguaje de las sanciones” para tratar el problema nuclear. Pero hay muchas razones para pensar que se trata de una estrategia para ganar tiempo.

5 de agosto de 2013 Por:

El lenguaje del nuevo Presidente está alejado de las estridencias y amenazas que acostumbraba su antecesor, y ha pedido a la comunidad internacional “alejar el lenguaje de las sanciones” para tratar el problema nuclear. Pero hay muchas razones para pensar que se trata de una estrategia para ganar tiempo.

La llegada de Hassad Rouhani a la presidencia de Irán, es vista con una mezcla de esperanzas y escepticismo. Aunque prometió un cambio en las relaciones internacionales y en la política interna de su país, no parece claro que el régimen de los ayatollas lo permita.El lenguaje del nuevo Presidente está alejado de las estridencias y amenazas que acostumbraba su antecesor, y ha pedido a la comunidad internacional “alejar el lenguaje de las sanciones” para tratar el problema nuclear. Pero hay muchas razones para pensar que se trata de una estrategia para ganar tiempo.En tanto, el primer ministro de Israel se ha apresurado a declarar que Rouhani es “un lobo con piel de oveja”. En consonancia, sectores conservadores en Estados Unidos han solicitado que se profundicen las sanciones mientras Irán no abandone su propósito de fabricar armas nucleares. Y Netanyahu insistió en que Israel “no esperaría” a que la bomba sea una realidad.En Estados Unidos han surgido voces disidentes. En el Congreso la idea de una solución diplomática del conflicto está generando un apoyo inusitado aunque minoritario aún. El jueves pasado 118 miembros de la Cámara de Representantes urgieron al presidente Barack Obama “usar todas las herramientas diplomáticas” con Rouhani. “Sería un error no probar si la elección de Rouhani representa una oportunidad genuina para progresar hacia un acuerdo verificable y ejecutable que prevenga que Irán adquiera armas nucleares”, dicen.La base de esta nueva postura se deriva del lenguaje moderado de Rouhani y de su oferta de “cambio”, lo mismo que al hecho de que no fuera el aspirante preferido del ayatollah Jomeini. Lo cierto es que Rouhani concitó el apoyo de los sectores reformistas de Irán y ganó de manera sorpresiva en la primera vuelta, dejando sin opción a los favoritos del régimen. Varios analistas afirman que Rouhani, negociador por Irán en el diferendo nuclear, fue reemplazado por el ayatollah por “ceder demasiado a Occidente”.Incluso el excanciller británico Jack Straw, quien entre 2002 y 2004 participó en las conversaciones con Rouhani, describió al futuro mandatario como un hombre “respetable”, “confiable” y “capacitado”, y culpó a los que definió como “neoconservadores estadounidenses” y a Israel de echar a pique los avances que se habían logrado para mejorar las relaciones entre iraníes y occidentales.Pero la verdad es que Rouhani, fuera de afirmar que “las circunstancias han cambiado” y que se requiere de “sabiduría” para tratar el tema nuclear, no ha entregado ninguna garantía de que en los laboratorios no se sigue avanzando hacia la fabricación de un arma atómica. También, se sabe que Rouhani no habría podido ni llegar a la presidencia y ni siquiera ser candidato si su nombre no hubiera sido aceptado por el Consejo Supremo de la Revolución.Lo único claro es que en Irán no manda el Presidente, sino el régimen. Y que éste está gobernado por la teocracia fundamentalista de los ayatollas musulmanes. Por eso, la oferta de cambio es apenas un enunciado al que le faltan razones de peso para creerlo. Como lo que está en juego es la posibilidad de una guerra nuclear, es mejor ser precavidos antes que ilusos.

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