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Cada árbol cuenta

Con siete millones de hectáreas de bosques perdidas cada año en el mundo y una reforestación que aún no alcanza a compensar la destrucción, hay que pensar en estrategias que permitan recuperar los ecosistemas que mayor función cumplen para el medio ambiente. A los recursos públicos hay que sumarle aportes privados para cumplir el propósito de aumentar la superficie forestal del planeta.

5 de marzo de 2021 Por: Vicky Perea García

Con siete millones de hectáreas de bosques perdidas cada año en el mundo y una reforestación que aún no alcanza a compensar la destrucción, hay que pensar en estrategias que permitan recuperar los ecosistemas que mayor función cumplen para el medio ambiente. A los recursos públicos hay que sumarle aportes privados para cumplir el propósito de aumentar la superficie forestal del planeta.

Hablar de los bosques, del daño que se les ha causado, de lo que significan para la salud de la Tierra y para el futuro de la humanidad no sobra nunca. Su capacidad de absorción de carbono es la que permite
reducir en una cuarta parte las emisiones de gases de efecto invernadero que se encuentran en la atmósfera, son esenciales para la condensación y posterior liberación de humedad así como para la regulación climática, en ellos nacen muchas fuentes de agua, constituyen el hábitat para el 80% de especies de fauna y flora, a la vez que ayudan a la generación sostenible de ingresos para 1600 millones de personas.

Por todo ello hay que detener la deforestación, que desde 1990 hasta hoy ha significado acabar con 180 millones de hectáreas de bosques, recuperar todo lo que se ha perdido y de paso incrementar en un 25% la cantidad de tierras forestales como mínimo. Así es la perspectiva: actualmente hay 3,5 billones de árboles sembrados y la capacidad del planeta es para 6,5 billones, sin incluir en esas cuentas las tierras cultivadas o dedicadas a otras actividades que serían aptas para reforestarse. Si se plantan 850 millones más, se le haría un favor inmenso al Planeta y a quienes vivimos en él.

Para lograr esa meta los gobiernos deben hacer su mayor esfuerzo, en particular en países como Colombia donde hay reservas forestales importantes para el mundo pero que sufre por la tala indiscriminada que la lleva a acabar en promedio con 180.000 hectáreas de sus bosques cada año. Pedirles que asuman solos la tarea no es difícil sino imposible, más en tiempos como el actual donde las consecuencias de la pandemia del Covid-19 han generado una crisis económica que obliga a los Estados a apretar el cinturón fiscal.

Por eso cobran importancia las alianzas público privadas en los asuntos medioambientales como el de la reforestación. Green Gigaton Challenge es una de esas iniciativas globales, respaldada por el Programa para el Medio Ambiente de las Naciones Unidas, Pnuma, que apoya a las empresas en la reducción de su contaminación y que se beneficien de los créditos de carbono e incentivarlas para que aporten a los bonos verdes mientras ayudan en la restauración de los bosques tropicales. El propósito es que los fondos recaudados se distribuyan en proyectos que sean garantía de éxito y lograr así que se reduzcan en cien millones de toneladas las emisiones anuales.

En el Valle del Cauca hay ejemplos de alianzas público-privadas exitosas para la reforestación que han permitido poner al departamento a la vanguardia en Colombia, con tres millones de árboles sembrados en dos años y la meta total de ocho millones para el 2023. Aquí se ha demostrado que cada árbol cuenta en esta carrera de la humanidad para detener el cambio climático y devolverle la salud al planeta.

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