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Brasil, crisis sin final

¿Resistirá Brasil este terremoto que parece haber destruido todos los cimientos de la clase política? Esa es la gran pregunta. Por ahora, los brasileños depositan su confianza en la justicia, el respaldo que le queda a su democracia y el único poder que está cumpliendo sus funciones.

11 de junio de 2017 Por: Editorial .

La decisión del Tribunal Superior Electoral de no culpar al presidente Michel Temer por las irregularidades con las que se financió la campaña electoral de 2014, en las cuales él fue la fórmula presidencial de Dilma Rousseff, se convierten en la primera buena noticia en meses para el actual mandatario brasileño.

Sin embargo, la crisis política del Brasil por cuenta de los escándalos de corrupción no se detiene.

El Tribunal pudo ordenar que Temer fuera destituido de su cargo, algo que muchos estaban esperando. Pero todo da a entender que en su decisión influyeron razones que van más allá del aspecto judicial. Por ejemplo, optó por darle aire al cuestionado mandatario que ha intentado recuperar la confianza económica, a pesar de las acusaciones que arrastra.

Con esta decisión pareciera que el Tribunal busca dar un mensaje de estabilidad y procurar que Temer concluya su gobierno sin más sobresaltos, aunque no parece que ese vaya a ser el escenario en el futuro inmediato. El proceso por corrupción contra el presidente coincidió con el escándalo desatado hace tres semanas, cuando un empresario de las carnes entregó pruebas que lo implicaban.

El Mandatario brasileño, al tiempo que enfrentaba el proceso ante el Tribunal Superior Electoral, también tenía que responder las preguntas del Fiscal General de Brasil que lo ha acusado de corrupción, obstrucción a la Justicia y abuso de poder. Ahora, éste busca nuevas pruebas para decidir si lo imputa y lo deja en manos del Tribunal Supremo.

Brasil atraviesa la peor crisis institucional de su vida contemporánea. Las acusaciones a políticos de haber recibido sobornos o donaciones ilegales de Odebrecht a cambio de contratos o leyes que favorecían a la constructora salpican todo el espectro político y ya cobraron la cabeza de la presidenta Rousseff a la cual remplazó el ahora acusado Temer.

Y en medio de este panorama se asoman las elecciones de octubre del 2018 que han crispado aún más el ambiente político, con un Luiz Inacio Lula da Silva como protagonista principal, a pesar de ser el sindicado más importante de la trama. El controvertido político ha movilizado a sus seguidores pidiendo la renuncia de Temer y que se adelanten las elecciones presidenciales.

Esto ha generado una mayor inestabilidad en el país, sin que Lula haya tenido en cuenta que Brasil necesita enviar señales de estabilidad y crecimiento ante el deterioro en el que la dejó su aliada Rousseff. El mismo expresidente se encuentra inmerso en una investigación por corrupción y recientemente tuvo que declarar por recibir un apartamento a cambio de contratos para una constructora. La Fiscalía General ha pedido su encarcelamiento y la decisión que se tome es necesaria porque Lula lidera las intenciones de voto para las elecciones presidenciales.

¿Resistirá Brasil este terremoto que parece haber destruido todos los cimientos de la clase política? Esa es la gran pregunta. Por ahora, los brasileños depositan su confianza en la justicia, el respaldo que le queda a su democracia y el único poder que está cumpliendo sus funciones.

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