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Ausencias que hacen daño

En vez de generar dudas y causar alarmas como las que han aparecido, lo que necesitan Colombia y el Partido de la Farc es respaldo y respeto por lo que se acordó. Las desapariciones de ‘Márquez’, de ‘El Paisa’ y de ‘Romaña’ son un golpe al propósito de reintegrar a la sociedad y a la vida civil a miles de colombianos que optaron por dejar las armas y aportar a la reconciliación.

4 de septiembre de 2018 Por: Editorial .

Con todas las imperfecciones y las dificultades que ha tenido el desarrollo de los acuerdos para la terminación del conflicto, los avances deben ser reconocidos. También es necesario que quienes han tenido relación directa con el proceso ayuden a defender lo que tanto esfuerzo ha costado.

Por ejemplo, es innegable que se ha presentado una deserción entre sus antiguos integrantes que han creado grupos disidentes dedicados al narcotráfico y a la delincuencia común. Pero hoy puede decirse que la inmensa mayoría de la antigua guerrilla está haciendo el esfuerzo por construir su partido político.

Es lo que sucedió el pasado fin de semana cuando se produjo el pleno del partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, en el cual tuvo lugar un debate abierto entre los asistentes y se dio la discusión pacífica que antes no era posible. Fue la oportunidad para evaluar los resultados de los procesos electorales en los cuales ese partido ya legalizado no recibió el respaldo en votos que esperaba, el reclamo de los colombianos por su pasado.

Ahora tienen el desafío de entrar de lleno a la política, continuar con el paso que han dado y cumplir todos los requisitos para lograr ese propósito. Ya no es hora de señalar lo que se haya hecho bien, regular o mal, sino de reconocer el camino que han recorrido para reinventarse.
Por eso preocupa la actitud de ‘Iván Márquez’ y dos de los más reconocidos jefes de las Farc, que por décadas sembraron el terror y la violencia en el país. ‘Márquez’ no sólo fue el segundo a bordo de la antigua organización guerrillera sino la cabeza visible durante las negociaciones en Cuba. Razón de más para que tenga claros los compromisos que se adquirieron y respalde lo que se ha adelantado hasta ahora.

Es entendible que haya desconfianza ante algunos incumplimientos que se han presentado, o frente a la captura con fines de extradición de alias Jesús Santrich, acusado de narcotráfico por hechos cometidos después del primero de diciembre de 2016. Pero la actitud de desaparecer, de no aceptar la representación que su partido le ofreció y de poner en duda instrumentos como la Justicia Especial de Paz sin que empiece a operar, no se compadece con el compromiso adquirido por él en las negociaciones de La Habana y sus dos compañeros, ambos presentes en el proceso. Son instituciones nacientes creadas aún en contra de una porción importante de colombianos que ahora no pueden ser desconocidas por quien encabezó la delegación de la guerrilla y fue testigo excepcional de todo lo negociado.

En vez de generar dudas y causar alarmas como las que han aparecido, lo que necesitan Colombia y el Partido de la Farc es respaldo y respeto por lo que se acordó. Las desapariciones de ‘Márquez’, de ‘El Paisa’ y de ‘Romaña’ son un golpe al propósito de reintegrar a la sociedad y a la vida civil a miles de colombianos que optaron por dejar las armas y aportar a la reconciliación. Su actitud no está acorde con los esfuerzos hechos hasta ahora para buscar la paz, la finalidad de los acuerdos en La Habana tras años de diálogos, y que se ratificaron con la firma en el Teatro Colón en diciembre de 2016.

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