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Arrecifes de vida

La importancia que tienen los arrecifes de coral para la vida en el mar y para la supervivencia de millones de seres humanos debería ser razón suficiente para que se les protegiera y conservara. Por eso debe apoyarse todo esfuerzo que se haga para repoblar ese 20% de áreas que se han perdido y recuperar el 75% que se encuentran en estado crítico.

21 de agosto de 2020 Por: Editorial .

La importancia que tienen los arrecifes de coral para la vida en el mar y para la supervivencia de millones de seres humanos debería ser razón suficiente para que se les protegiera y conservara. Por eso debe apoyarse todo esfuerzo que se haga para repoblar ese 20% de áreas que se han perdido y recuperar el 75% que se encuentran en estado crítico.

Pocos conocen que aunque los arrecifes ocupan apenas el 1% del lecho marino, cerca de la cuarta parte de la vida en los océanos depende de ellos para alimentarse o resguardarse. Tampoco son muchos los que saben que 500 millones de personas en el mundo los necesitan para generar su sustento o para proteger sus costas de los embates del mar.

Los corales, tan frágiles como son, tienen el poder de preservar la vida y de actuar como barreras de contingencia, y pese a ello los estamos acabando, al punto que se calcula que dentro de 10 años podría quedar en pie apenas un 5% y que sería un milagro si en 50 años se preserva el 1%. Las emisiones de carbono que no disminuyen, el aumento de la temperatura por encima de 1,5 grados centígrados y por supuesto la depredación humana son las causas principales de esa pérdida que ya debería lamentar todo el planeta.

Esa preocupación llevó a que 25 científicos de cinco países de América Latina y el Caribe, incluido Colombia, con el respaldo de 17 instituciones, se pusieran en la tarea de investigar sobre proyectos que ayudaran a salvar los arrecifes de coral en el continente. Hoy, el que se adelanta en San Andrés y Providencia es ejemplo para el mundo, por ser un proceso exitoso, de bajísimo costo y el más grande que se esté realizando en el Caribe.

Desde 1916 la organización Corales de Paz se dio a la tarea de restaurar esos ecosistemas a partir de una técnica similar a la de la jardinería, en la que se rescatan fragmentos de colonias de corales dañadas o partidas, se ponen en un vivero marino para que se regeneren y cuando alcanzan un tamaño adecuado las plantan en los lugares que se necesita. Es un proceso completamente natural, que en un solo año permite en San Andrés cultivar 13.000 colonias de coral, a diferencia de la mayoría de proyectos adelantados en otros lugares donde apenas llegan al millar.

Es así como en Little Reef, una zona de arrecife deteriorada por los motores de las lanchas, la pesca sin responsabilidad y el turismo, se han trasplantado 2500 corales y se ha recuperado el ecosistema en un 35% en poco tiempo. La clave no solo está en la técnica; parte importante del éxito está en formar y recibir el acompañamiento de pescadores de la zona, buzos de turismo e incluso el sector hotelero, que ayudan a cuidar los viveros, a sembrar y a proteger. Sin esa ayuda, como reconocen los científicos hubiera sido imposible lograrlo en la isla.

Ahora hay que garantizar la continuidad del proyecto de San Andrés y Providencia, que beneficia al archipiélago, a Colombia y de paso a varios de los países caribeños. Para ello se necesitan de un plan nacional de protección a los corales, de la unión de esfuerzos entre los gobiernos de la región y de financiamiento local e internacional que permita ampliar las acciones, extender su alcance y mejorar la salud de los arrecifes para beneficio del planeta y de su población.

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