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Argentina perdió el miedo

"Macri y su gobierno tendrán que devolverle al Estado la credibilidad que le permita derrotar la corrupción y la convivencia con el narcotráfico que amenaza a los argentinos. Y volver a ubicar a su nación entre los líderes de América y no como la aliada del populismo encarnado en el Alba creado por Hugo Chávez".

24 de noviembre de 2015 Por:

"Macri y su gobierno tendrán que devolverle al Estado la credibilidad que le permita derrotar la corrupción y la convivencia con el narcotráfico que amenaza a los argentinos. Y volver a ubicar a su nación entre los líderes de América y no como la aliada del populismo encarnado en el Alba creado por Hugo Chávez".

Por 2,8% en unas elecciones en las cuales votó más del 75% del censo electoral, Mauricio Macri es el nuevo presidente de Argentina. Con esa apretada victoria en la segunda vuelta, se derrotó al kirchnerismo, a sus doce años de populismos y de esfuerzos por dividir a su Nación entre ricos y pobres, por estigmatizar a la empresa privada y ahuyentar la inversión internacional.La importancia de ese cambio decidido por la nación austral no es poca. Durante una década, el discurso fue descalificador contra cualquier forma de oposición o descontento con el régimen que se montó sobre el fracaso rotundo del neoliberalismo. Así, Néstor Kirchner y su esposa y sucesora Cristina, manipularon la escena a su antojo basados en el peronismo, persiguieron la libertad de prensa, ocultaron las cifras de su economía y llevaron al descontento que terminará el próximo 10 de diciembre con la posesión de Macri. Por su parte, el fundador y dirigente de la Propuesta Republicana, PRO, empezó su tarea en las mismas épocas, tomando distancia de los partidos tradicionales y llamando a gente nueva, sin experiencia pública y con deseo de crear una alternativa. Y lo logró: primero fue elegido alcalde de Buenos Aires, luego consiguió derrotar al peronismo en la provincia del mismo nombre, y al final se quedó con las provincias de Córdoba, Santa Fe y Mendoza.Desde que inició la campaña, su discurso permanente fue franco, sencillo y directo: Hay que cambiar, les dijo a los argentinos. La mayoría creyó y ahora le toca hacerlo, así no tenga las mayorías necesarias en el Congreso de su país. Empezando por revelar la verdad de la economía y rescatarla de la mala hora en que la sumió el Kirchnerismo, donde nadie sabe qué terreno pisa, cuál es el valor de la moneda, cuál su capacidad de compra y de qué tamaño es la deuda pública. Pero, y tal vez lo más importante, construyendo un reconciliación que remplace la división de la sociedad argentina basada en el miedo. Es decir, Macri y su gobierno tendrán que devolverle al Estado la credibilidad que le permita derrotar la corrupción y la convivencia con el narcotráfico que amenaza a los argentinos. Y volver a ubicar a su nación entre los líderes de América y no como la aliada del populismo encarnado en el Alba creado por Hugo Chávez. Para mayor claridad de sus propósitos, el nuevo Presidente ya expresó que dirigirá sus esfuerzos a impedir que Venezuela siga en Mercosur mientras sus gobernantes tienen presos a los dirigentes de la oposición.Así se produjo uno de los cambios más significativos en la historia reciente de Argentina y de Suramérica, con el cual se desmonta el populismo del kirchnerismo que ocultó la realidad a su país y actuó en forma por lo menos sospechosa en beneficio de los negocios de sus dirigentes y protegidos. Ahora llega la oportunidad de regresar a la comunidad internacional y de cambiar la incertidumbre por la certeza y las cortinas de humo por la verdad. De cambiar los socios que abusan del poder y empobrecen a sus gobernados, por aquellos que respetan y acatan la democracia. Ese es el desafío de Mauricio Macri.

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