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Amenaza permanente

"...los vallecaucanos tendremos que rogar porque la temporada invernal, anunciada con suficiente antelación, no vuelva a causar los desastres que hemos padecido en los últimos años".

19 de abril de 2012 Por:

"...los vallecaucanos tendremos que rogar porque la temporada invernal, anunciada con suficiente antelación, no vuelva a causar los desastres que hemos padecido en los últimos años".

De nuevo, el invierno amenaza y causa daño en Colombia. Y como ha ocurrido en los últimos dos años, la improvisación y las promesas de ayuda se hacen presentes, como si la forma de atender el desastre fuera apenas un asunto de palabras. Nadie puede negar que aguaceros del tamaño del que cayó en Cali ayer son imposibles de anticipar. O que el desbordamiento del río Morales en Tuluá, que inundó el norte de esa ciudad causando daños de importancia, fue un hecho que nunca antes se había presentado en esa magnitud. Sin duda, la naturaleza es difícil de controlar. Pero también es cierto que la sociedad y el Estado deben estar preparados para enfrentar los fenómenos naturales, máxime cuando la experiencia demuestra que los cambios ambientales han convertido los desastres en amenaza permanente. Por eso parece inaudito que la Sabana de Bogotá esté padeciendo inundaciones ya recurrentes, sin que se vean las decisiones para por los menos tratar de mitigar los embates de los ríos. O que poco se haga por devolverle a éstos sus cauces naturales que el ánimo de lucro y la debilidad de las autoridades han permitido que se invadan. Por eso, barrios de la capital y de los municipios que conforman el Distrito Capital, donde se concentra el 27% del Producto Interno Bruto de Colombia, ahora están anegados mientras en varios puntos se presentan roturas de los diques, que algunos han realizado con el pretexto de conseguir riegos para sus terrenos hoy inundados.Y de nuevo hay que preguntar qué pasa con la tan anunciada reforma a las Corporaciones Ambientales, verdaderos nidos de clientelismo y en muchos casos de corrupción que han demostrado sus enormes limitaciones para defender el medio ambiente, el argumento con el cual fueron creadas en 1993. Ahora, las amenazas de los ríos y las inundaciones hacen prever las disculpas de siempre y el compromiso de sacar adelante la propuesta de reforma que fue presentada ante el Congreso. Fácil es anticipar que, ante la necesidad de sacar adelante propuestas como la reforma a la Justicia, la reforma tributaria o el establecimiento del Fuero Militar, el Legislativo y el Gobierno tendrán que descartar de la agenda el tema ambiental. Es claro que el forcejeo por limitar el poder de los congresistas en la fronda burocrática y presupuestal que significan las Corporaciones, puede convertirse en obstáculo para conseguir la aprobación de las iniciativas mencionadas. De esa manera, los vallecaucanos tendremos que rogar porque la temporada invernal, anunciada con suficiente antelación, no vuelva a causar los desastres que hemos padecido en los últimos años. Es que no hay voluntad política para hacer realidad el documento Conpes que anunciaba la salvación del río Cauca. Firmado hace tres años, ese documento, que debería garantizar el compromiso de la Nación con el río sobre el cual están más de 400 municipios de Colombia, hoy es letra muerta. Como terminó en el olvido el plan Lilienthal que dio origen a la CVC y que contiene todos los pasos que debieron darse para preservar la cuenca de nuestro río tutelar, a la vez que se creaban las condiciones para conseguir un desarrollo sostenible.

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