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Ambición en el Amazonas

No deja de llamar la atención por ejemplo, que mientras entre los años 1990 y 2005 en el país se solicitaron títulos mineros para un área equivalente a 209 hectáreas, la cifra subió a 48.000 hectáreas en el 2010. ¿Coincidencia con el ‘descubrimiento’ del coltán un año antes?

22 de junio de 2013 Por:

No deja de llamar la atención por ejemplo, que mientras entre los años 1990 y 2005 en el país se solicitaron títulos mineros para un área equivalente a 209 hectáreas, la cifra subió a 48.000 hectáreas en el 2010. ¿Coincidencia con el ‘descubrimiento’ del coltán un año antes?

Sin saberlo, usted puede tener en sus manos un pedazo del Amazonas y ser copartícipe en la destrucción de la mayor reserva ambiental del planeta. Lo más seguro es que sostenga un celular en el que usaron coltán, el mineral conductor de energía indispensable en la industria de la tecnología, y que en un 99% de su procedencia es ilegal.Durante la última década, cuando se descubrió que el Amazonas era rico en yacimientos de coltán, la minería sin permisos ni control se expandió en la región. La ambición tocó a las puertas de los habitantes de la zona. Y las organizaciones delictivas -incluidas las mafias del narcotráfico- vieron en el llamado oro azul una nueva forma de enriquecerse. Ya no es sólo la destrucción de 6.500 kilómetros cuadrados de selva cada año por cuenta de la deforestación; son los ríos socavados y contaminados, así como los suelos heridos por la extracción indiscriminada de minerales. El Amazonas es rico en metales como oro, platino y circonio, por lo que su explotación -legal e ilegal- no es nueva. De hecho el actual gobierno colombiano, en una de sus llamadas ‘locomotoras’ de progreso, incluyó 17 millones de hectáreas en la selva amazónica como áreas estratégicas mineras. La preocupación por las consecuencias que pueda tener sobre el medio ambiente de la mayor reserva natural del mundo esa decisión de otorgar títulos mineros es entendible. Pero también es de esperar que el Estado tome las medidas necesarias para controlar la actividad y garantizar la conservación de la parte que le corresponde del gran pulmón del planeta.El problema, que no es sólo de Colombia sino de los nueve países suramericanos que comparten la gran cuenca amazónica, es que al lado de esas actividades legales se incremente la explotación ilegal y se siga causando un daño enorme e irreparable con consecuencias nefastas para el futuro la humanidad. No deja de llamar la atención por ejemplo, que mientras entre los años 1990 y 2005 en el país se solicitaron títulos mineros para un área equivalente a 209 hectáreas, la cifra subió a 48.000 hectáreas en el 2010. ¿Coincidencia con el ‘descubrimiento’ del coltán un año antes?De la minería ilegal y el daño irreparable que ocasiona no está exenta ninguna de las naciones amazónicas. En Brasil, esa actividad es responsable de una buena parte de los 27.000 kilómetros cuadrados que se han destruido de sus selvas en los años recientes. Venezuela fue el primero en dar la voz de alarma hace cinco años por la explotación ilegal del coltán y desde entonces se ordenó militarizar las minas que se encontraran. En Bolivia, Perú y Ecuador las comunidades indígenas se han alzado contra sus gobiernos por no actuar en defensa del Amazonas e impedir la explotación minera sin controles. Proteger la región amazónica de las ambiciones desmedidas que provoca la fiebre de los metales es una obligación de los países que la conforman. Pero también de aquellos que son los principales receptores de los minerales que se extraen ilegalmente, como el coltán, y que terminan enriqueciendo a sus empresas a costa de la vida del planeta.

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