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‘Alabado sea’

"El papa Francisco ha puesto el dedo en una nueva llaga, la del cambio climático. El pontífice ha hablado claro y fuerte a través de la encíclica Laudato si (Alabado sea), para señalar la importancia de un asunto que compete hoy más que nunca a toda humanidad, sin distingos de raza y credo".

30 de junio de 2015 Por:

"El papa Francisco ha puesto el dedo en una nueva llaga, la del cambio climático. El pontífice ha hablado claro y fuerte a través de la encíclica Laudato si (Alabado sea), para señalar la importancia de un asunto que compete hoy más que nunca a toda humanidad, sin distingos de raza y credo".

El papa Francisco ha puesto el dedo en una nueva llaga, la del cambio climático. El pontífice ha hablado claro y fuerte a través de la encíclica Laudato si (Alabado sea), para señalar la importancia de un asunto que compete hoy más que nunca a toda humanidad, sin distingos de raza y credo, pero también para decir que la Iglesia Católica está dispuesta a hacerse escuchar en aquella mesa en la que las grandes potencias deciden buena parte de la vida del Planeta.Las consideraciones ecologistas de un hombre al que muchos prefieren seguir llamando Bergoglio tocan a todos los sectores de la población, pero si alguien se tiene que sentir aludido es el club de los llamados países ricos, responsables mayores de los contaminantes que envenenan a la Tierra y, además, principales opositores en los foros internacionales a que sus industrias sean puestas en cintura por parte de una humanidad agobiada y doliente, también en el tema medioambiental.En ese sentido, Francisco ha entrado de lleno en el debate para proclamar que el calentamiento global es una realidad y no un invento de fanáticos, como señalan sectores enraizados en las economías más fuertes, dispuestos a no ceder. El hecho de que el Papa vea en el horizonte menos agua potable, con todos sus efectos en la agricultura y la supervivencia de especies amenazadas, más los riesgos que conlleva el crecimiento de nivel de los mares para la vida de millones de personas, demuestra que el asunto va más allá de un simple pronunciamiento del Vaticano.También son de fondo sus consideraciones sobre que detrás del cambio climático está, antes que el deterioro del planeta, el “consumismo inmoral”, que en términos de medio ambiente se palpa en las tecnologías depredadoras utilizadas para extraer petróleo, carbón y gas. El papa clama por energías alternativas.Francisco sabe que sus palabras no se las llevará el viento y que, a la par del respaldo que en los diversos ámbitos ha tenido la Laudato sí, vendrán a contracorriente los reparos a lo que algunos consideran como una extralimitación de funciones. Basta como ejemplo la respuesta inmediata del precandidato republicano Jeb Bush: en materia económica, la Presidencia de los Estados Unidos no está obligada a seguir ni a papas ni a obispos.Eso demuestra que el efecto político inmediato de las encíclicas es una realidad. Otra cosa es que sus consecuencias sean mensurables términos electorales, solo para citar la coyuntura actual en los Estados Unidos. Pronto lo dirán las cifras. Lo que sí es cierto es que el mensaje de Francisco se convertirá, aparte de instrumento de reflexión, en pieza recurrente en el marco de las relaciones Norte - Sur, a las que denomina como “estructuralmente perversas” a favor del mundo industrializado y en “deuda ecológica” con los más pobres. Pero el radio de acción de la Laudato si promete ir más allá, hasta el seno de las naciones desarrolladas pero atrapadas en una crisis en la que, como piensa Bergoglio, la economía terminó mandando sobre la política, con todas sus consecuencias.

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