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Al finalizar la Cumbre

Pese a los vacíos que quedan, o a que hasta ayer no se había decidido si lo firmado sería vinculante, es importante reconocer que por primera vez en 20 años el mundo en su conjunto está más cerca de adoptar las medidas que se necesitan para detener el cambio climático y enfrentar los efectos del calentamiento global.

12 de diciembre de 2015 Por:

Pese a los vacíos que quedan, o a que hasta ayer no se había decidido si lo firmado sería vinculante, es importante reconocer que por primera vez en 20 años el mundo en su conjunto está más cerca de adoptar las medidas que se necesitan para detener el cambio climático y enfrentar los efectos del calentamiento global.

Las 195 naciones reunidas en París para lograr un acuerdo sobre el cambio climático saben que la Cumbre no puede terminar en otro fracaso. Por eso se espera que hoy, le den al mundo la noticia de haber alcanzado el compromiso de emprender acciones para detener el calentamiento global.Se sabía que la tarea no era fácil, no obstante el trabajo del último año y la disposición que manifestó la mayoría de suscribir un pacto, quizás el más importante en la historia de la humanidad. En los doce días de la Cumbre se hizo evidente cómo los intereses políticos y económicos priman aún sobre la urgencia de detener las causas que han llevado al deterioro ambiental acelerado e irreversible del Planeta.El proyecto de acuerdo, que se espera aprobar hoy, muestra cómo el mundo ha tomado consciencia de su responsabilidad en el daño causado a la Tierra en nombre del desarrollo, importante y benéfico sin duda, pero perjudicial para la salud del medio ambiente. Pese a ello, no fue posible comprometer a todos en la meta de reducir de 2° a 1,5° centígrados la proyección del aumento de la temperatura global antes de finalizar el presente siglo, a la vez que dejó a voluntad de los Estados el porcentaje en que disminuirán los niveles de emisión de gases de efecto invernadero.Así, el objetivo ya no es que en la segunda mitad del Siglo XXI esas emisiones se reduzcan hasta el 95% de la proporción actual sino que se habla de “lograr una neutralidad” en ese periodo de tiempo. Ello significa que no necesariamente se tendrán que dejar de utilizar por ejemplo combustibles fósiles, como el petróleo o el carbón, si sus gases se ‘capturan’ para evitar que lleguen a la atmósfera. Es una fórmula favorable sobre todo para países industrializados como China, defensor de la propuesta, pero que deja dudas sobre su efectividad.Las diferencias entre los países desarrollados y los emergentes en torno a la protección ambiental también surgieron durante la discusión del acuerdo. Confirmada la creación de un fondo que aporte US$100.000 millones anuales para la adaptación al cambio climático, no es claro quiénes pondrán el dinero. La lógica indicaría que quienes más contaminan deberían poner más recursos, compensar a aquellos que más han sentido el impacto del daño ambiental y apoyar a los que no tienen cómo enfrentar los cambios. Hasta ayer el asunto estaba en el limbo, lo que podría llevar a que los objetivos sean inalcanzables para muchas naciones.Pese a los vacíos que quedan, o a que hasta ayer no se había decidido si lo firmado sería vinculante, es importante reconocer que por primera vez en 20 años el mundo en su conjunto está más cerca de adoptar las medidas que se necesitan para detener el cambio climático y enfrentar los efectos del calentamiento global.Hoy no se espera nada menos de quienes tienen la obligación de tomar decisiones para salvar el Planeta. Ni se aceptará que el Acuerdo de París termine siendo otro fracaso como el del Protocolo de Kyoto, en el que todos muestren su disposición y al final la desconozcan. Eso sería como ahogar a la Tierra en un mar de palabras inútiles.

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