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Al borde del precipicio

"La amenaza yihadista se enlaza con la milenaria confrontación entre dos corrientes musulmanas presentes en Irak, Turquía y el medio Oriente, la secta chiíta y la sunita. Es una guerra religiosa de hace mil años que no ha llegado a su fin y se exacerbó con la invasión británico-estadounidense en Irak en el año 2003".

27 de junio de 2014 Por:

"La amenaza yihadista se enlaza con la milenaria confrontación entre dos corrientes musulmanas presentes en Irak, Turquía y el medio Oriente, la secta chiíta y la sunita. Es una guerra religiosa de hace mil años que no ha llegado a su fin y se exacerbó con la invasión británico-estadounidense en Irak en el año 2003".

La situación en Irak es cada día más crítica. El avance de los militantes sunitas liderados por el Estado Islámico de Irak y el Levante, (Isis por sus siglas en inglés), ya alcanza los extramuros de Bagdad, la capital del país. La pregunta es si el gobierno del primer ministro Nouri al Maliki terminará cayendo y si se puede producir una desintegración del país.Isis desea establecer un dominio islámico por toda la región cambiando las actuales fronteras, determinadas por los tratados de Sykes-Picot, la Segunda Guerra Mundial y el posterior proceso de descolonización. Los insurgentes islamistas ahora han trazado un nuevo eje sunita desde al-Bab, ubicada a 40 kilómetros de Aleppo en Siria, hasta Faluya y Mosul en Irak.La amenaza yihadista se enlaza con la milenaria confrontación entre dos corrientes musulmanas presentes en Irak, Turquía y el medio Oriente, la secta chiíta y la sunita. Es una guerra religiosa de hace mil años que no ha llegado a su fin y se exacerbó con la invasión británico-estadounidense en Irak en el año 2003. Adicionalmente y de manera importante, también resurge, en medio del conflicto, el nacionalismo kurdo, que reclama la constitución de una república independiente en el antiguo Kurdistán cuyo territorio abarca parte de Irak, Siria y Turquía. La mayoría de la población kurda también es sunita.Para el analista chino Gao Zugui, el actual conflicto se ha exacerbado por el envalentonamiento de las fuerzas del dictador sirio Al Assad, de origen chiíta. Éste ha castigado con dureza a los suníes de ese país que militan en la oposición al gobierno, y en el sectarismo extremo del presidente iraquí al Maliki, quien también ha hecho de la persecución a los sunitas una enseña de su gobierno.Ahora bien, mientras suníes y chiítas se enfrentan con ferocidad, la importante minoría kurda, que cuenta con una región autónoma rica en petróleo, se mantiene a la expectativa, sin tomar partido y sin desgastarse, tal vez a la espera de una situación propicia para declarar su independencia y dar un primer paso hacia su añorada república del Kurdistán. Ese acontecimiento, altamente probable y planteado desde la invasión de 2003 sería el fin del Irak que conocemos y una nueva fuente de malestar en el medio Oriente. No hay que olvidar que los kurdos son un pueblo muy antiguo, que tienen como inspirador principal al gran Sultán Aladino, una de las figuras cimeras del mundo musulmán quien retomó Jerusalén para el Islam y derrotó a Ricardo, el rey de Inglaterra y cabeza de la Tercera Cruzada.Irán, la principal potencia chiíta ya envió tropas a Irak para asesorar a las fuerzas de seguridad del país sobre cómo enfrentar al Isis. El gobierno sirio, por su parte, inició la semana pasada una ofensiva contra fuerzas del Isis en los pueblos de ese país tomados por los yihadistas. Y en Turquía se ha advertido sobre el peligro kurdo en caso de una desmembración de Irak.Todo pende de un hilo en Irak y se combate al borde del precipicio. Lo peor es que poco o nada puede hacer la comunidad internacional. Y a Estados Unidos nadie le cree.

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