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A salvar la Santiago

"...un número creciente de alumnos y educadores reclamen la refundación de la Universidad como la única salida posible para una crisis que amenaza con acabar su institución. La inquietud es si los órganos de dirección de la USC pueden lograrlo, cuando es precisamente su macrocefalia y el manejo clientelizado la causa de la crisis...".

31 de marzo de 2011 Por:

"...un número creciente de alumnos y educadores reclamen la refundación de la Universidad como la única salida posible para una crisis que amenaza con acabar su institución. La inquietud es si los órganos de dirección de la USC pueden lograrlo, cuando es precisamente su macrocefalia y el manejo clientelizado la causa de la crisis...".

De nuevo, las vías de hecho se toman a la Universidad Santiago de Cali, perturbando aún más su complejo devenir y produciendo zozobra en la comunidad universitaria. La intervención del Estado que aclare su situación y tome los correctivos del caso es necesaria para impedir la amenaza que se cierne ante los más de 14.000 estudiantes y 2.500 profesores y trabajadores que conforman esa comunidad.Sin duda las protestas tienen todo el sentido cuando la administración de la segunda universidad en número de estudiantes de Cali naufraga en la incertidumbre. Es grave tener que reconocer que hoy no se sabe a ciencia cierta cuál es la verdad de su situación financiera, cuánto es su déficit y cómo puede ser posible conseguir los recursos para garantizar el funcionamiento de la USC. A nadie puede escapársele que la inmensa mayoría de los estudiantes pagaron cumplidamente y por anticipado sus matrículas. Pero el problema más grave está en el desbarajuste institucional que padece la Santiago. No hay en el mundo una universidad cuyo Consejo Superior tenga 123 integrantes. Y no parece fácil lograr un consenso, cuando su máximo órgano de gobierno padece de gigantismo, lo que lo hace propenso al clientelismo que se expresa en la intervención abierta y descarada de organizaciones políticas en el manejo de los asuntos universitarios. Peor aún, tal enormidad hace imposible vigilar la buena marcha de la entidad, como se demuestra ahora con la renuncia del rector Hebert Celín Navas y el destape de una situación confusa y poco alentadora para quienes tienen cifradas su formación profesional en la USC. Pero la manera de protestar no puede llevar a la toma de edificaciones y el incendio de archivos del Tribunal Disciplinario. Esas actitudes son las que destruyen cualquier posiblidad de solución, además de despertar sospechas sobre la intención de sus autores. Y, como se está produciendo, a todas luces es contraproducente hacer campañas para elegir un rector en las actuales circunstancias, cuando ya se le deben salarios a los profesores y crecen los incumplimientos a proveedores. Todo ello está llevando a que un número creciente de alumnos y educadores reclamen la refundación de la Universidad como la única salida posible para una crisis que amenaza con acabar su institución. La inquietud es si los órganos de dirección de la USC pueden lograrlo, cuando es precisamente su macrocefalia y el manejo clientelizado la causa de la crisis. Y si puede existir el compromiso de explorar la verdad del problema y de fijar las responsabilidades en cabeza de los causantes del desastre. Por eso están creciendo las protestas. Y antes de que se convierta en un problema que desborde los límites de la Universidad, es a las autoridades de la educación a quienes les corresponde actuar para evitar el colapso y tratar de salvar los derechos de estudiantes y profesores. Además de llevar el nombre de nuestra ciudad, la Santiago es una comunidad universitaria que necesita salir del enredo y la oscuridad en que la sumieron las malas administraciones y el clientelismo descarado.

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