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25 años de cambios

"Muchas fueron las ideas renovadoras que se plasmaron en la Carta. Pero, 25 años después, también hay que reconocer que casi todas quedaron a medio camino, no fueron desarrolladas como corresponde o ni siquiera fueron abordadas".

6 de julio de 2016 Por:

"Muchas fueron las ideas renovadoras que se plasmaron en la Carta. Pero, 25 años después, también hay que reconocer que casi todas quedaron a medio camino, no fueron desarrolladas como corresponde o ni siquiera fueron abordadas".

Un cuarto de siglo ha pasado a partir del momento en que fue proclamada la Constitución de 1991. Desde entonces, Colombia ha vivido un proceso en el cual, los intereses de los gobernantes y los afanes del momento han impedido que esa Carta cumpla el papel que se esperaba, como el contrato social sobre el cual se edifican la nacionalidad y la paz de los colombianos. Por supuesto, la Constitución aprobada después de un proceso sui géneris, nacido de una séptima papeleta en unas elecciones presidenciales, hizo aportes importantes en la construcción de instituciones necesarias. Es el caso de la tutela como recurso para el ciudadano que reclama una acción urgente en defensa de sus derechos fundamentales y no puede sentarse a esperar la terminación de un proceso ordinario ante la Justicia ordinaria.También deben reconocerse como positivos la terminación de costumbres poco democráticas como la de usar el Estado de Sitio como instrumento para concentrar todos los poderes en el Presidente, lo que en la práctica le otorgaba atribuciones para legislar y para suspender la jurisdicción ordinaria, pasándole a los tribunales militares. Y fue importante para reconocer el fin de la hegemonía bipartidista y del Frente Nacional, dándole un aire más libre a la política y abriendo el espacio para la llegada de las corrientes de opinión distintas a las tradicionales.Muchas fueron las ideas renovadoras que se plasmaron en la Carta. Pero, 25 años después, también hay que reconocer que casi todas quedaron a medio camino, no fueron desarrolladas como corresponde o ni siquiera fueron abordadas. De las primeras, el ejemplo es la reforma política que garantice la transparencia y la representatividad de las elecciones. De las segundas, el mal funcionamiento de la justicia y la imposibilidad de reformar los organismos que la dirigen y la gobiernan a pesar de ser esa falencia el motivo que originó la convocatoria a la Constituyente. Y el ejemplo de las que no fueron siquiera abordadas, es la indiferencia con respecto a la descentralización, con algo mucho más profundo que la elección popular de alcaldes y gobernadores. Esa omisión sigue siendo factor crítico en las desigualdades que viven las provincias y en la inequidad. Por lo demás, lo que ha causado es la concentración en muchas ocasiones arrogante del poder en cabeza de un centralismo afectado por la macrocefalia y por su distancia creciente de la región colombiana.Hoy, en medio de las conmemoraciones, se hace un elogio de la Constitución del 91 como herramienta para la construcción de la paz, no obstante los intentos por reformarla para que quepan figuras extrañas a ella, como la creación de un tribunal omnímodo nacido del acuerdo con las Farc que como tal no deberá rendir cuentas ni tendrá instancias distintas. Y algunos de sus autores de la Carta de 1991, insisten en la necesidad de convocar otra Asamblea Constituyente. Es la costumbre de no respetarla como guía de la Nación y de acomodarla a los intereses del momento, desconociendo su carácter como pilar fundamental de la estabilidad del Estado Social de Derecho.

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