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Zúñiga y Neymar

Iba a hablar del gran ejemplo que como equipo le deja la...

7 de julio de 2014 Por: Víctor Diusabá Rojas

Iba a hablar del gran ejemplo que como equipo le deja la Selección Nacional a esta sociedad donde el individualismo es toda una institución, pero acabo de encontrarme con que la poderosa Confederación Brasileña de Fútbol CBF (ahora sí que sabemos de primera mano cuán poderosa es) le pide a la Fifa abrir un proceso disciplinario contra Juan Camilo Zúñiga, por su “acción violenta” contra Neymar.No dudo que la solicitud va a prosperar. O mejor, lo que hay detrás de ella, porque ese asunto, el de buscar castigar a nuestro jugador, es apenas el impulso de una carambola bien estudiada. Para comenzar, fíjense que en el mismo comunicado se pide que le retiren (“por injusta”) la tarjeta amarilla que el tristemente célebre árbitro español Carlos Velasco Carballo le sacó al defensor brasileño Thiago Silva al obstruir a David Ospina, cuando este se disponía a despejar desde su área. Esa infracción se castiga con amarilla igual en Fortaleza que en un arenal de Mauritania.Esa es la segunda bola en juego de los queridos anfitriones. La tercera es la más aguda y política de todas. Se trata de sacar el paraguas ante una tormenta que viene en camino, si es que Dios - que hasta ahora les ha hecho varios milagros - y los árbitros – sus grandes benefactores- no lo impiden. O para ponerlo en términos menos catastróficos, ahí está la tacada que pretende justificar un eventual fracaso de Brasil si no gana su Mundial de Fútbol.Pero vamos por trozos, como diría mi querido Luis Suárez. A lo mejor la CBF quiere que Juan Camilo permanezca inactivo mientras Neymar no pueda volver a las canchas. Creo que esa forma de castigo se usó hace un tiempo, sin mayor acogida. Pero incluso si estuviera vigente no aplicaría. ¿Por qué? En el desarrollo de la jugada, Velasco decidió dar continuidad al avance de Brasil en lo que se denomina como norma de ventaja. Ahora bien, si hubiese visto la tal “acción violenta”, a continuación habría amonestado o expulsado al jugador colombiano. Es más, los jugadores brasileños, tan amigos de los lloriqueos en estas épocas y tan distantes de su brillante pasado, no reclamaron nada. Hay algo más a favor de Juan Camilo. Una comisión oficial, que hace estudio posterior a los partidos del Mundial, no encontró de parte de él alguna conducta antideportiva al revisar video y fotografías. Tampoco hay que romperse la cabeza para dar con semejante hallazgo. Mire usted mismo la película. ¿Saben en dónde está la prueba reina de la inocencia de Zúñiga? En la cámara que lo toma de frente: sus ojos siempre están en la pelota, no en el bulto con el que se va a topar: Neymar. ¿El resto?: mala suerte.Y hago aquí un paréntesis para decir que así como el fútbol decidió, muy tarde, meterle tecnología a resolver las dudas de la línea de gol, la cámara lenta (cada vez más lenta) va a terminar por crucificar a muchos inocentes, comenzando por árbitros correctos y siguiendo con jugadores. El fútbol es, y será, un deporte de yerros, de contacto y de viveza. Aquí se pega como recurso, casi siempre con la intención de no hacer un daño superior a cortar el juego (aunque quien lo ha practicado sabe que golpear es también un mensaje del bruto al hábil), así como los jugadores simulan mucho antes de que nacieran los abuelos de Arjen Robben o de Víctor Lugo. Ronaldo Nazário (sí, el gordo), ha dicho que detrás de la entrada de Juan Camilo a Neymar hay un plan. No, gordo, plan el que tiene la CBF. Y sin saber si haya un B y un C. Aunque, cuidado señores, hay fantasmas que no duermen, incluso desde 1950.Y a lo que venía: gracias Selección por tantas alegrías. Y gracias Maestro Pékerman, para quienes creímos en usted, como lo dije hace mucho en este mismo espacio, esto no es una sorpresa. Esto no es nada más que un proceso serio, un feliz proceso serio.

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