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Timochenko, ¿entonces?

Vea usted, la paz es tan importante para nosotros que vamos a...

2 de junio de 2014 Por: Víctor Diusabá Rojas

Vea usted, la paz es tan importante para nosotros que vamos a terminar decidiendo este 15 de junio si nos inclinamos por el camino más corto para llegar a ella o si preferimos mantener los fusiles en alto, quién sabe por cuánto tiempo más, hasta concluir, quizás sea tarde entonces, que más valía haber aprovechado esta oportunidad.¿Sabe? Hace unos días, en la Universidad de Salamanca volví a ver grabada en piedra una frase de Miguel de Unamuno que siempre me ha helado el alma: “Al final no quedará piedra sobre piedra, ni vivos que puedan enterrar a los muertos”. Eran los tiempos de la Guerra Civil, y de la España desecha a tiros y a golpes de odio. Como esos de Millán Astray, quien le había gritado días antes al maestro Unamuno ese terrible: “¡Viva la muerte!, ¡abajo la inteligencia!”. Y recordé entonces muchas cosas de este país al que no he visto en Paz, como no la va visto mi padre ni lo vio mi madre, y como no la conoció mi abuelo (nació en 1896) ni mi abuela (del 1904). Y como tampoco la han visto mis hijos, ni mis nietas, que ya tengo. Porque, sabe también usted, nos estamos matando desde hace más de 40 años, incluso antes de ustedes. Nos hemos estado matando toda la vida. ¡Quién sabe por qué! ¡Quién sabe para qué! Y lo peor: ¡quién sabe hasta cuándo!Ah, he dicho ustedes, déjeme contarle esto. Hace unos años, andaba yo en la redacción de El Espectador y encontré perdida entre las esquelas, la invitación a unas exequias. El difunto se llamaba Isaura Yosa. Sí, en efecto, el ‘Mayor Lister’, dirigente agrario, primero, del sur del Tolima, y guerrillero después, en los tiempos de Marquetalia.Me fui a averiguar. Resultaba curioso que uno de los hombres más buscados en su momento terminará siendo velado en una funeraria bogotana. Y sí, ahí estaba. Murió de viejo, olvidado por ustedes y por sus perseguidores. Alguien me mostró una de sus últimas fotos: andaba, anciano, en una tienda, con la ruana terciada al hombro, un par de polas sobra le mesa. No me pregunte si se le veía feliz o no.Yo no sé si usted quiera morir de viejo. Pero imagino que quiere ver sus sueños cumplidos, que tampoco sé cuáles son porque casi nunca coinciden sus ideales con sus hechos. Pero, sabe qué, me gustaría verlo morir de viejo, y le agradezco si me desea lo mismo. Ahora bien, lo que sí anhelo con el alma es que mueran de viejos mis hijos y mis nietas. Y los nietos que vienen en camino. Y los suyos. Y los hijos y nietos de mis vecinos Pedro y María Lucía. Y los de Elcira, la señora cabeza de familia que se rompe el lomo por sus tres muchachos. Y los hijos de Falcao. Y los de Mariana Pajón, cuando los tenga. Y los de Fonseca. Y los de Patarroyo. Y los de los expresidentes. Y, cómo no, los de la gente que no quiero, como espero que me deseen aquellos que no me quieren.Deseo que mis hijos y mis nietos me entierren a mí, y no yo a ellos. Como suele pasar, por regla general, en esas sociedades en las que hay paz y no esta guerra de mierda. Allá dijeron no más y se dedicaron a meter el hombro para cambiar lo que es urgente cambiar. Yo voy a votar por la paz. Usted no puede votar. Pero sí puede hacer tanto como eso. Paremos ya esto. Sin otra condición que la de respetar al otro. Esto, Timochenko, no se arregla solo con acuerdos, se arregla también con voluntades. Usted lo sabe. Y lo sabían Isaura Yosa y ‘Jacobo Arenas’, y ‘Manuel Marulanda Vèlez’ y ‘Raúl Reyes’, y ‘Alfonso Cano’, para no citarlos a todos, y no lo hicieron. Prefirieron dejarnos esta herencia maldita. Como también nos la dejan quienes, desde la otra orilla, han intentado apagar este incendio con gasolina.Usted dice que la oligarquía quiere de ustedes una entrega humillante. Esto no debe ser una humillación para nadie. Para eso está el perdón. Timochenko, usted verá si atiende los clamores de paz o los tambores de guerra. Timochenko, ¿entonces?

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