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Opción en un mundo revuelto

¿Es este el mundo que nos preciamos de haber construido? ¿Aquel que...

7 de octubre de 2013 Por: Víctor Diusabá Rojas

¿Es este el mundo que nos preciamos de haber construido? ¿Aquel que debía aprender de las lecciones de dos guerras mundiales y sus 80 millones de muertos? ¿Ese en el que se abría paso la democracia tras la caída del muro? O más cerca de nuestra realidad, ¿el del fin de las dictaduras del trópico y el advenimiento de la justicia y del cierre de las históricas brechas de desigualdad y pobreza?Parece que no. El mundo de hoy se parece en mucho al pasado tormentoso. Así, el futuro es una incógnita sin respuesta. Por ejemplo, ¿qué estabilidad le espera a Estados Unidos, con un 15% de población en la pobreza, sometida al chantaje de unos pocos, tan poderosos como para frenar, en horas, la marcha de un gigante de sus proporciones?Pero no solo son los legisladores que se atraviesan en el camino de las reformas del presidente Obama, quienes ocupan la agenda de la incertidumbre. Están las amenazas de los yihadistas, dispuestos a demostrar, como lo acaban de hacer en un centro comercial de Nairobi, que Al Qaeda no murió con Bin Laden. Y también, otra pesadilla, la interna, la de los ejércitos de patriotas fanáticos -1.300 combos de locos armados, se calcula-, que dicen tener en la mira todo tipo de objetivos: musulmanes, homosexuales y judíos, pasando por zombis, según un reportaje de El País de España y Canal Plus en esos Estados Unidos profundos que escapan a nuestra parroquial mirada de Miami, Nueva York o Washington.Tiempos revueltos también para Europa. La crisis se maneja con pinzas en los altos círculos pero es cruda realidad en las calles. Las pensiones de los viejos sostienen a muchos, pero esas mismas mesadas apuntan a ser la siguiente tarascada de los encargados de ajustar las economías, a quienes algunos califican como la peor generación de directivos europeos.Un modelo devaluado y a punto de colapsar si se cumplen los pronósticos de un grupo de expertos que, a la cabeza de Costas Lapavitsas, advierte que los días de vida del euro están contados si se admite que una cosa son los intereses de Alemania, Francia y Holanda, y otros los de España, Grecia y Portugal. Aunque esa, dicen los expertos, es apenas una parte del problema y no tiene remedio: la Unión Europea se construyó bajo un modelo neoliberal que buscaba beneficiar a las elites, no a los ciudadanos. Si alguien tiene duda, basta ir por una avenida en una capital europea y encontrar ese abismo. En las crisis alguien ganan y alguien pierde. Los primeros son cada vez más pocos y los segundos cada vez más inermes.Es esa Europa en declive la que mira con asombro cómo centenares de sin nada se suben en Somalia y Eritrea a ataúdes flotantes con los que van a morir en el fondo del océano, para buscar un mañana que no existe. O depende, si uno ve que Italia les concedió nacionalidad a los que murieron en el naufragio de Lampedusa, mientras denunciaba a los sobrevivientes por inmigración ilegal y buscaba imponerles una pena de 5.000 euros, que ellos, infelices, nunca verán juntos en su vida.Y faltan datos de municipios vecinos si nos asomamos a la tragedia de Siria, al sinfín del problema egipcio o a esa versión de China y Rusia detrás de los indicadores económicos. Hablamos de minorías arrinconadas y derechos humanos.¿Qué papel juega América Latina en ese mundo patas arriba? El de irrelevante, y al mismo tiempo de alternativa. No participamos directamente de las soluciones pero somos un camino hacia ellas. Como mercado, como destino. Vean cómo la Alianza del Pacífico (Colombia, Chile, México y Perú) es la sexta economía mundial. Ya verá el futuro qué nos trae. En un mundo más revuelto que nunca, no hay espacio para el error. Por eso, la paz bien hecha debe ser el acierto.

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