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Falcao y la telaraña de Rybolovlev

No debe ser fácil ser Radamel Falcao. No lo ha sido...

3 de junio de 2013 Por: Víctor Diusabá Rojas

No debe ser fácil ser Radamel Falcao. No lo ha sido desde que su padre lo enamoró del mundo del fútbol y menos debe ser fácil ahora, cuando cada paso que da parece estar de antemano sembrado de aciertos que lo hacen, a la vez, una estrella y, en consecuencia, un Rey Midas, al que pareciera prohibido perder. Esa son la cara y sello del éxito. De hecho, a quien muy joven ya colecciona títulos locales en Argentina, Portugal y España, y el autor, en mucho, de los éxitos continentales del Oporto y el Atlético de Madrid, no le vendrán enseguida más que exigencias. Menos mal, a su innegable condición natural se suma la madurez y buena onda que nunca le faltan.Solo que, a diferencia de quienes lo antecedieron en el hall de la fama de los futbolistas colombianos, Radamel Falcao afrontará, junto con James Rodríguez, ese nuevo mundo que convierte a equipos de fútbol que eran cenicientas en omnipotentes hadas madrinas, lástima, eso sí, de la mano de unos señores del fútbol que, me parece, son lobos feroces con los que más bien vale tener precauciones.Y es que en el poco tiempo en que futbolistas como Falcao, Messi, Cristiano y Rooney se hicieron tan populares en el mundo emergieran casi de manera simultánea en el popular negocio de la pelota unos tipos como Abdullah Bin Nasser Al-Thani, Dmitri Rybolovlev, Tamim bin Hamad Al Thani y el muy conocido Roman Abramovich.De atrás para adelante, Abramovich compró el Chelsea y lo convirtió en una pieza codiciada que gana títulos y pone muchas figuras en su cara vitrina. ¿De dónde sacó los 220 millones de dólares que le costó? Apenas se sabe que aprovechó el tránsito de Gorbachov a Yeltsin para hacerse a precio de huevo con buena parte de la supuesta decadente infraestructura petrolera de la extinta Urss, por tan solo 110 millones de dólares. Al otro día, eso mismo valía oro. Y si a eso se le suma ser amigo del temido señor Putin, pues adentrarse en los negocios de Abramovich es dar con un laberinto. En resumen, una telaraña que atraparía al propio Spider-Man.En cambio, Abdullah Bin Nasser Al-Thani apostó entrar por abajo.. Jeque de Qatar, Bin Nasser Al - Thani se comprometió a poner a sonar al Málaga F.C., y en verdad lo logró. El equipo estuvo a punto hace unas semanas de pasar a semifinales de la Champions. Amigo de caballos y coches de carreras, Al - Thani no supo combinar las ambiciones de títulos con su generosa chequera y terminó poniendo al club al borde la quiebra. Ahora, a tono con la situación de España, ha decidido entrar en la era de los recortes. Aunque en el plano estrictamente de los negocios no le va allí del todo mal: le adjudicaron las obras de ampliación del puerto de Marbella. Más o menos 84 millones de euros y además la explotación durante 40 años. ¿Suerte?Tamim bin Hamad es el nuevo amo y señor del Paris Saint Germain. Llevó al sueco Zlatan Ibrahimovic, a los argentinos Lavezzi y Pastore y al brasileño Thiago Silva, antes de agregar a la lista al viejo David Beckham. Quien le dio el aval para que se sentara en ese buque insignia del fútbol francés fue el entonces presidente Nicolás Sarkozy. Por esos días, aparecieron algunas reformas de ornato en la propia capital. ¿Quién las pagó? Sí, Abdullah Bin Nasser Al-Thani. ¿Hubo provecho político de Sarkozy? Quién sabe.Y ahora, hace su entrada el señor Dmitri Rybolovlev. Nuevo dueño del Mónaco F.C. (perdón, del ahora poderoso Mónaco F.C.), Rybolovlev es algo más que un coleccionista de arte, con Picassos y Van Gohgs entre sus piezas de caza. Es buen padre (le regaló a su hija la isla de Skorpios, donde vivieron Onassis y Jackie) y un hombre de negocios que, igual, acierta vendiendo medicina envasada en campos magnéticos (?) o acciones de bancos. No se sabe por cuál de las dos ha sido objeto de atentados y de acusaciones, infundadas parece ser, de asesinato. Bienvenido al club, señor Rybolovlev.Suerte Radamel Falcao.

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