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En medio del fuego… y solos

Las imágenes de estos días nos retrotraen al pasado. Gaza, los cielos...

21 de julio de 2014 Por: Víctor Diusabá Rojas

Las imágenes de estos días nos retrotraen al pasado. Gaza, los cielos de Ucrania, Siria, la frontera de Estados Unidos y México, y ese extraño mundo que para la mayoría de los colombianos significan Chocó o Putumayo, viven sus propias tragedias. Algunas en medio del despliegue mediático. Otras, como la nuestra, con total indiferencia.Lo de Gaza hay que seguirlo para contarlo. Una imagen relatada por los periodistas que sienten y esquivan la artillería israelí en un barrio palestino en la noche de este sábado, muestra hasta qué punto los derechos de las gentes dejan de existir en segundos, incluso en medio del anuncio de tregua humanitaria. Y es que cuando decenas de ambulancias se disponían a evacuar, en dos horas que les habían dado, a los heridos con los que pudieran cargar (de 3020 personas reportadas en esa condición) el fuego violatorio de Hamás, en principio, y la respuesta enseguida de Israel, incendió las calles. Ya van más de 410 muertos, ochenta de ellos son niños, dicen las autoridades de Palestina.Informar allí va camino a ser un imposible. Quienes se arriesgan a hacerlo, ya fueron advertidos, no solo por la muerte de un camarógrafo de origen local que prestaba sus servicios a una agencia de noticias sino por una carta del gobierno de Israel en la que advierte a los corresponsales que deben salir de allí porque son usados, dicen, como escudos humanos por Hamás. No es cierto. La guerra quiere volver a matar la verdad.El caso de Ucrania es otro terrible ejemplo de lo poco que vale la vida humana en medio del fuego cruzado. El derribo del avión de Malaysia Airlines es la violación de las violaciones de esos códigos que también tiene la guerra. Quienes dispararon (cada vez está más claro que fueron las milicias prorrusas) no tenían ningún derecho de hacerlo, así su pretexto fuese que recurrieron a esa medida de fuerza por la violación de un espacio aéreo que controlaban en medio de una situación de conflicto.Las reglas, dicen los expertos, obligan a que una tripulación en esas circunstancias se identifique. En caso de no hacerlo se le debe permitir seguir su rumbo. Solo será objeto de fuego antiaéreo en caso de que sus movimientos adviertan un ataque. No es una costumbre, es una herencia de la Guerra Fría que se mantiene como código. O que se mantenía. Cuando uno ve el rostro de Sem Wels, el niño holandés de 10 años que soñaba con unas vacaciones al lado de sus padres, y que murió con ellos por la irracionalidad del fanatismo, entiende que estamos a merced de él. ¿Cómo harán los investigadores para dar con los datos que permitan comprobar la culpabilidad de los autores? ¿Cómo hace la prensa para abrirse paso entre las intenciones de torcerle el cuello a la historia? Campo minado.Lo de Siria cabe en una línea. De 150 mil muertos, la tercera parte es población civil. Tres millones de refugiados completan el cuadro. Allí están las historias. Entrar ya en el frente de combate ha costado mucho más que sudor y lágrimas.Los 50 mil niños atrapados en el hueco de su sueño americano interesan menos. Lean mejor la columna dominical de Jorge Ramos http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/jorge-ramos/nino-murio-desierto. O vean un imperdible del cine: ‘La jaula de oro’ (Claro está, no la busquen en la cartelera local, jamás va a estar).Y esperen a que se sepa algo sobre los 4 mil desplazados de este año en Chocó o en que está la situación de las víctimas por el criminal atentado de las Farc en Putumayo al que me referí ocho días atrás. A lo mejor algún presupuesto de lo que quedó del Mundial convenza a los medios de comunicación de este país que eso también vale la pena contarlo en vivo y en directo. Con o sin analistas.

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