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El ‘paro’

Que el paro armado -en realidad, el ‘para’ armado- de hace unos...

11 de abril de 2016 Por: Víctor Diusabá Rojas

Que el paro armado -en realidad, el ‘para’ armado- de hace unos días haya cogido a gobiernos departamentales y al Nacional con los pantalones abajo, no es noticia. Al fin y al cabo, si nos tomamos el trabajo de superponer el registro de la violencia en las regiones afectadas a su mapa del olvido histórico por parte del Estado, pues eso es lo que siempre ha habido ahí y algunos quieren que no cambie: más fusil que institucionalidad. ¿La fórmula? La de la imposición armada. De guerrillas o de ‘paras´. Depende. El turno, ahora, para las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), nombre tras el que, desde 2007, se escudan quienes no alcanzaron a hacerse pasar -en el proceso de entonces, evidentemente imperfecto- , por paramilitares, lo que evidentemente eran, aunque sin poder ocultar su otro perfil, el de narcotraficantes. ¿O acaso hubo quienes fueron solo uno y nada de lo otro? Quizás, pero no muchos.En el trasfondo de estas horas vimos pueblos y carreteras paralizados. Allá adentro fue mucho más que eso: terror, angustia y desprotección. Y lo que desde la perspectiva urbana resultaría inaudito, a la luz de la propia Constitución, en la Colombia rural fueron dos o tres días de esos tantos en que hay que rezar para no terminar siendo Renzo Javier Upegui Flores, el hombre al que las tales AGC bajaron de su carro cerca a Puerto Valdivia para asesinarlo porque no les bastaba con quemar la mula que él manejaba.Ocho días después, entre Pereira y Quibdó, el ELN quema carros y se lleva secuestrados a dos conductores. A los ojos de las víctimas, más que a la sesuda mirada de los analistas, ¿cuál es la diferencia entre unos y otros? Pero vuelvo a los tales ‘gaitanistas’. Vaya, vaya, como diría el personaje. Con que tenemos nuevos ‘gaitanistas’. Acabamos de conmemorar 68 años del magnicidio y aún queda Jorge Eliécer Gaitán para sacar provecho de su memoria. A diferencia del pueblo liberal, la dirección del Partido Liberal se hizo gaitanista después del 9 de abril. Luego, los mismos que en su momento lo llamaron ‘fascista’ y lo acusaban de desviar las masas, ahora pretenden reivindicar su figura, claro está, para sacar provecho. Y si faltaba algo, estas Autodefensas de hoy que se autodenominan ‘gaitanistas’…Sigamos mejor con esos millones de colombianos conminados en el paro a sentirse inermes, atropellados por una nueva embestida criminal -quién sabe con qué propósito real-, mientras el gobernador de Antioquia, Luis Pérez, daba su propio parte en el aeropuerto de Caucasia y el consejo de seguridad del gobierno nacional, con ministro de Defensa a bordo, se hacía en Montería. Es decir, ahí cerca del incendio pero no lo suficiente para poder apagarlo.La semana siguiente, a espaldas del centralismo, en el Bajo Cauca y en Urabá -en Caucasia, El Bagre y Valdivia, como en San José de Uré, Turbo y Apartadó, y en decenas de poblaciones más- las gentes volvieron a echar a andar la vida como acostumbran hacerlo, sin otra garantía que su coraje y su perseverancia. A mandar los niños al colegio y a sacar los cargamentos de papaya o de plátano que estuvieron a punto de perderse porque no había garantías. Y, a resistir. En sus trabajos, con deporte en las noches o con cine al aire libre. Ellos, los colombianos de a pie, esos de la otra Colombia, regresaron a lo suyo, para reconfirmar, como decía Gaitán, que este pueblo sigue siendo superior a sus dirigentes y, cómo no, a quienes pretenden seguirlos intimidando.

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