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Frente al desafío del Covid -19, más que opinión, mucho mejor espacios al servicio de la comunidad.

15 de marzo de 2020 Por: Víctor Diusabá Rojas

Frente al desafío del Covid -19, más que opinión, mucho mejor espacios al servicio de la comunidad. Sobre eso, un primer punto: ¿Qué tal si todos los contenidos (buenos, se supone) sobre el nuevo coronavirus no tienen tipo alguno de restricción, para que los usuarios puedan así acceder a ellos en los portales de los medios masivos de comunicación?

Quizás podamos ayudar así a orientar sobre la responsabilidad que nos cabe a todos para frenar el contagio. A esta hora (mañana del domingo) son ‘apenas’ 45 los casos comprobados en Colombia. Ese ‘apenas’ puede cambiar de manera severa si el comportamiento del virus llega a crecer exponencialmente. En España, por ejemplo, los infectados eran dos y se convirtieron en 100 en una semana. Luego, de 100 ascendieron a 1000 en la siguiente, y cuatro días después ya eran 4000 (Fuente, El País de España).

Como si nada, en esa primera semana la vida en Madrid y otras grandes ciudades había seguido su curso (cuidado, porque aquí está pasando igual). “Mira, me dijo un allegado que está allí, parecía primavera: los bares llenos de gente y las calles, igual”.

Hoy, la capital española es soledad total y solo se puede salir a la calle a cosas muy concretas y en solitario. Apenas pueden llevar compañía quienes tienen problemas de movilidad.

De acuerdo, eso pasa allá y nadie sabe si terminará pasando en nuestro país. Solo lo sabe Dios. O ni Dios lo sabe. Lo mismo dijeron en Italia y España (“ese no es nuestro problema”) cuando veían las imágenes de la desolada Wuhan, China. Ahora, ambos países europeos saben de los alcances letales de ese mal: 1441 muertos y 193 en ese mismo orden. No serán los últimos.

¿A qué conclusión llegaron ellos? A que debieron evitar servir de agentes transmisores. Como dijo alguien: a los abuelos, cuando estaban jóvenes, se les pidió ir a la guerra; ahora solo se nos pide que salgamos a la calle a lo esencial. Y hacerlo guardando las medidas de cuidado que, si miramos bien, son mínimas (lavado de manos, nulo contacto físico y demás).

Todos somos responsables y, en ese sentido, las autoridades deben tomar las medidas necesarias, así algunas de ellas nos parezcan extremas, sin dejar de medir el efecto de cada una de ellas.

Hago referencia a una en especial. En la eventualidad, como medida sanitaria, de que se decidiera cerrar por unos días escuelas, colegios, universidades y demás centros educativos se pondrán en práctica jornadas a distancia. Tan importante como ello, si así sucediera, es garantizar la alimentación a miles de niños de la educación pública. Por la sencilla razón de que tienen más que eso.

Lo otro es que si alguien merece cuidado y atención son los adultos mayores, por ser los más frágiles en la cadena de ataques del Covid-19, como lo demuestran las estadísticas. Con tristeza hay que ver que en algunas partes del mundo se ha elegido la edad como factor de supervivencia, siempre en contra de los más viejos. Así se ven obligados a proceder, dicen, por tener sus sistemas de salud al borde del colapso.
Tampoco dejemos de aprender. Hay claros modelos de éxito. Uno, la extraordinaria caída de casos de contagio en la República Popular China.
Dos, Corea del Sur, que derrota como ningún otro país la mortalidad. Lo hicieron bien desde el principio, con la participación de todos.

Y esto no es un chiste: de nada sirvió allí el papel higiénico, que ahora en Colombia la gente se rapa en los supermercados en crasa muestra de ignorancia. O el antibacterial y los tapabocas, que algunos acaparan en cambio de aplicar el sentido común. A buena hora, Supermercados La 14 limitó por comprador el número de unidades de algunos de esos producto. Así se hace.

Al final, queda claro que no es el nuevo coronavirus el que tiene la última palabra. Somos nosotros mismos, comenzando por usted, y por mí.

Sigue en Twitter @VictorDiusabaR

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