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Columna, tras el video

Escribí un texto para publicar hoy, lunes. Lo entregué el sábado pasado,...

19 de mayo de 2014 Por: Víctor Diusabá Rojas

Escribí un texto para publicar hoy, lunes. Lo entregué el sábado pasado, pero luego de ver el video en el que el hacker Andrés Fernando Sepúlveda, recibe la visita del candidato del Centro Democrático, Óscar Iván Zuluaga, en presencia de Luis Alfonso Hoyos (Zuluaga dice que es un montaje), decidí poner un par de glosas. Había titulado la columna “¿Cuál es su fórmula?” Esto es, con las observaciones de última hora:Ya sé que el voto es hoy, antes que a favor de, en contra de alguien. Pero hago un ejercicio tan sencillo como enfocar esa zona gris (suma de blancos y negros) que arroja cada uno de los aspirantes. Comienzo por el presidente candidato Juan Manuel Santos. Me gusta que le haya apostado a la paz desde que asumió. No me gusta que haya dejado que asome el viejo recurso de la feria estatal para ganar respaldo en la recta final. De su fórmula Germán Vargas Lleras me gusta su decisión para hacerse a las empresas difíciles. Siempre ha sido así. No me gusta que así como ha evolucionado en muchos aspectos, no acepte aún que el viejo tono del mandacallar es cosa del pasado. De Óscar Iván Zuluaga me gusta su preparación para darle un tratamiento técnico a los problemas nacionales. Y su relación directa con eso que en Bogotá llaman la provincia. No me gusta su falta de autonomía. Ese es un bien no transable a la hora de manejar un Estado. Y aquí, la glosa: y menos me gusta su falta de transparencia, si resulta verdad todo lo que se ve y se oye, porque entonces Zuluaga sería, aparte de mentiroso, cómplice de lo que planean y dicen Sepúlveda y Hoyos. Eso lo inhabilitaría para llegar a la primera magistratura. El país necesita saber la verdad hoy mismo, con todos sus efectos. De su candidato a la vicepresidencia, Carlos Holmes Trujillo, me gusta la posibilidad de traer al país modelos de desarrollo de otros países. No me gusta, lo mismo que de su jefe inmediato (incluida la glosa). De Enrique Peñalosa, que puede con los grandes desafíos, como lo hizo en Bogotá. A Peñalosa le cabe el país en la cabeza, aunque lamento su escasa capacidad para transmitir y esa falta de casta para acometer, que no es atropellar. En cambio sobre su número dos, Isabel Segovia, no tengo objeciones. Quizás porque su bandera es la educación. De Marta Lucía Ramírez me gustan sus logros, como aquel de implantar medidas de control en la contratación de las Fuerzas Militares. No me gusta que se haya dejado encasillar en un sector político retardatario y bastante desprestigiado. El perfil de Marta Lucía debería ser nacional, antes que partidista. Y me gusta todo lo que Camilo Gómez, su vice propuesto a los colombianos, puede hacer por la paz. Su experiencia, vale; y los errores cometidos, también. De Clara López me gusta que represente a la izquierda. Aunque me gustaría más que, al lado de su postulación, abriera las puertas a una urgente reingeniería. Y de Aída Avella me gusta el valor para volver al país, aunque extraño que no condene de manera vehemente a las Farc (y al ELN) por sus permanentes violaciones del DIH. Debería yo confesar por quién me inclino e, incluso, recomendarlo. No acostumbro a hacerlo. Más bien, propongo que haga usted su propio ejercicio, quizás no tan elemental como el mío. Y decida con la razón, no con las vísceras (y aquí va otra glosa); eso sí, entre quienes tienen derecho a ser elegidos. Bueno, si es que no aparecen más cosas, lo que no sería extraño en medio de esta vergüenza de campaña.

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