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¿Por qué tantos no?

Jazmín tiene 31 años, 14 hermanos, 2 hijos y casi todas las...

25 de octubre de 2016 Por: Vanessa De La Torre Sanclemente

Jazmín tiene 31 años, 14 hermanos, 2 hijos y casi todas las tragedias que una mujer de su edad puede tener. Un día su padre, deslumbrado con la promesa de una tierra regalada en la Sierra Nevada de Santa Marta, vendió su única propiedad y se llevó a su familia al monte. Levantaron un rancho. Pero como era tierra invadida, llegaron la Policía y el Ejército a desalojarlos. Tercos, se quedaron. Y le hicieron el quite al Estado, pero no a la delincuencia: al tiempo llegaron las Farc con su desgracia y cuando parecía imposible algo peor, llegaron los paramilitares. Mataron a varios vecinos y los sacaron de su tierra.Así terminaron Jazmín y su familia viviendo en un pueblo cercano. Ella se enamoró de un lugareño con el que tuvo dos hijos y lo que parecía una vida feliz. Pero un día los paras volvieron. Jazmín agarró hijos y marido y se los llevó a Venezuela. Allá estuvo 5 años hasta que regresó para despedir a su padre que moría de viejo. Estando en Colombia el marido le dijo que no volviera porque estaba enamorado de otra. Ella se murió de dolor otra vez. Viajó por sus hijos y los encontró deambulando en la calle, abandonados por el hombre que alguna vez amó. Y así, con su tristeza, regresó a Colombia para -una vez más- recomponer la vida. Y lo hizo. Un martes en la tarde a su puerta legó Leonardo, un paramilitar, de los mismos que le habían acabado la vida más de un par de veces. El hombre le pidió refugio, lo estaban persiguiendo. Jazmín lo escondió y con los días se fue enamorando de él. Hoy viven juntos. Él se desmovilizó con el proceso de paz de Álvaro Uribe. Montaron una escuela de deportes para niños y se ganan la vida haciendo murales y pintando muebles en madera. Los conocí este año buscando historias de amor en los campos de guerra colombianos para contar en Noticias Caracol. Como la de ellos, encontré varias: de gente capaz de reconstruir su vida y encontrar el amor en medio de la desgracia. La historia de Jazmín me recuerda a la del viejito de ‘Los Ejércitos’, el libro de Evelio Rosero que narra a través de su protagonista la historia de cualquier pueblo de Colombia azotado por la guerra. Todos deberíamos leerlo para comprender que la violencia de nuestro país no necesariamente tiene nombre. Es más bien un círculo vicioso que bajo el paraguas de las Farc, el Estado, los paras, las Bacrim, el ELN, etc., ha llegado a la casa de tantos Jazmines y Leonardos. Y, entonces, se hace difícil comprender por qué si ellos lograron darle una oportunidad al destino, para tantos colombianos es tan difícil comprender que la historia puede cambiar. Esta semana comenzarán formalmente los diálogos con el ELN mientras la incertidumbre reina ante el futuro de los acuerdos con las Farc. Y por primera vez estamos ante la posibilidad real de que las dos guerrillas que han llenado de sangre el país, entreguen sus armas y hagan lo que toca: política. Entonces, todos los días me hago la misma pregunta: por qué si ellos pudieron, ¿tantos, no?