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María Jimena

Nació con nervios de acero y convicciones de hierro que la vida le ha pulido. Jamás se ha amedrentado y siempre ha conservado una educada sonrisa con la que se mantiene firme a pesar de las tormentas.

3 de diciembre de 2018 Por: Vanessa De La Torre Sanclemente

María Jimena Duzán comenzó a escribir a los 16 años. De la mano del asesinado director de El Espectador, Guillermo Cano, aprendió a ser una periodista inquieta, preguntona y crítica. Conoció el horror en 1986 cuando los matones de Pablo Escobar acabaron con la vida de Don Guillermo, su mentor.

Vivió el miedo en su propia casa cuando le tiraron una bomba por la ventana de la sala de la que salió ilesa y encaró a la muerte y la tristeza cuando su hermana Silvia de 30 años, fue asesinada. Silvia estaba en el Magdalena Medio haciendo un reportaje sobre la violencia paramilitar para la prestigiosa BBC de Londres.

María Jimena nació con nervios de acero y convicciones de hierro que la vida le ha pulido. Jamás se ha amedrentado y siempre ha conservado una educada sonrisa con la que se mantiene firme a pesar de las tormentas.

Es una periodista tremenda, juiciosa con sus investigaciones, generosa con su tiempo y alejada de soberbias. Una conversadora que esculca la realidad nacional que tantos quieren ocultar.

María Jimena, junto a la no menos valiosa periodista Cecilia Orozco, denuncia persecución y amedrentamiento por cuenta de sus recientes investigaciones.

Acaban de reunirse con Alberto Brunori, representante del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos en Colombia, quien les reiteró el apoyo de la comunidad internacional y un principio básico que hay que recordar: la democracia implica prensa libre, inquieta y que cuestione. Prensa que publique lo que no todos quieren oír y que cuente lo que no pocos quieren saber.

Y como ser mujer, metelona, de convicciones e insistencias es aún más difícil, me solidarizo con ellas desde esta columna.

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Posdata:
Como si fuera un chiste de pésimo gusto, Colombia será sede de la Cumbre Mundial Anticorrupción el año entrante. Valdría la pena tener resultados para mostrar. Es muy triste -y muy preocupante- que nuestros jóvenes estén creciendo con esta desafortunada sensación de que todo se puede y nada es castigado. ¿Cuántas generaciones tendrán que pasar para construir el imperio del respeto, la verdad, la sanción moral, la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto?