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Diana

En un desespero infinito forcejeó con él y no sabe cómo se lo quitó de encima, pero logró huir al cuarto del lado donde se vistió, buscó ayuda y salió escabullida del apartamento.

9 de marzo de 2021 Por: Vanessa De La Torre Sanclemente

A Diana Quirós, una fotógrafa joven, talentosa y guapa, la llamó un colega para proponerle trabajar juntos en unas fotos importantes. Debía trasladarse a otra ciudad. Ilusionada, lo hizo. Aterrizó en la noche en el aeropuerto de Bogotá donde el colega la recogió y la llevó a su apartamento. Le había dicho que la hospedaría en casa de su hermana, y Diana se sorprendió un poco -no mucho- cuando vio el cambio de planes. Pero se trataba -finalmente- de un colega, amable, con el que iba a trabajar. Parecía generoso y profesional.

Diana se sentó en la sala del apartamento y mientras revisaba su computador, aceptó una cerveza que el hombre le ofreció. Se tomó un par de sorbos y hasta ese momento tuvo voluntad.

Lo siguiente que recuerda es verse desnuda, con el tipo encima, también desnudo, ahogándola. En un desespero infinito forcejeó con él y no sabe cómo se lo quitó de encima, pero logró huir al cuarto del lado donde se vistió, buscó ayuda y salió escabullida del apartamento.

Cuando le pregunté en Caracol Radio si había abusado de ella, no titubeó. Me dijo que sí. Y que lo sabía porque lo recordaba entre destellos. Lo confirman pruebas entre las que resalta una de toxicología según la cual Alex Cruz -así se llama el abusador- drogó a Diana para reducir su voluntad y poder abusar de ella.

¿Cómo puede ser esto posible? Un tipo, colega, supuestamente decente, le suministra un medicamento a una chica para violarla. ¿Qué pensaba? ¿Qué no se iba a acordar? Diana se salvó de algo peor y todo es increíble, atroz, triste, impresionante.

Es una valiente. Tuvo el coraje de denunciarlo y gracias a eso Alex Cruz fue detenido y quién sabe cuántas jóvenes se libraron de sus garras. Se publicitaba como fotógrafo de quinceañeras, entre otras. Diana se volvió la voz de esos gritos silenciosos y al que pregunta -en una absoluta pérdida de sensatez- para qué se fue a meter al apartamento de un desconocido, le digo que las mujeres no tenemos por qué temer ni pensar dos veces si vamos a un lugar o no. Nos cuidamos, siempre y lamentablemente, porque el mundo sigue siendo cruel con las mujeres a pesar de los avances.

Lo de Diana es la radiografía de una sociedad, un país y un mundo con una deuda subliminal que no se repara con flores digitales ni felicitaciones de un día. Se repara con respeto, igualdad y solidaridad. Lo demás, es carreta.

Sigue en Twitter @vanedelatorre