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¿Será que los caleños tenemos claro el tremendo potencial de nuestra ciudad?

15 de julio de 2019 Por: Vicky Perea García

¿Será que los caleños tenemos claro el tremendo potencial de nuestra ciudad?

A veces, lo dudo. Afortunadamente, aparecen premios como el que recibió Cali este fin de semana, en los World Travel Awards, que reconocen los destinos turísticos por excelencia desde 1993. La capital vallecaucana se ganó la categoría de destino turístico cultural, que la pone al nivel de ciudades como New Orleans, con su jazz exquisito que se mete entre los poros en cada esquina.

Cali es Salsa. Y la Salsa también está en los poros de cada esquina de Cali. Un fascinante movimiento liderado por Delirio, fomentado por la Alcaldía y la Gobernación y abrazado por un sector de los caleños que decidieron mirar más lo propio, ha posicionado a la ciudad como una tentadora oferta turística donde el misticismo, el baile y el poder de la raza negra se han unido para decirle al mundo que lo que hay es futuro.

Cali es una ciudad fenómeno que ha logrado sacar la Salsa del barrio Obrero donde se popularizó de manera tan magistral en la segunda mitad del Siglo XX, para ubicarla con orgullo en la primera página de periódicos como el New York Times. Enriquecida con la gastronomía heredada de un mestizaje fabuloso del Pacífico con la tierra de la hacienda vallecaucana, que nos deja delicias de las que los visitantes hablan cuando se van.

A pesar de ese golpe tan doloroso de la mafia del que a veces parece no recomponerse, del desempleo que se ve en sus esquinas, de los robos tan preocupantes, de las constructoras que desarrollaron proyectos sin un plan urbanístico serio en lugares tan preciosos como Pance, Cali es un lugar supremamente atractivo para la consolidación de futuro. La Secretaría de Turismo lo entendió y el resultado es que nos aplaudan desde afuera sin que necesariamente nos percatemos adentro.

Me parece que es hora de sentirnos aún más orgullosos de ser caleños, de tener tanta sangre negra y de bailar Salsa como pocos. Y eso pasa por abrazar no solo durante la Feria las propuestas salseras y populares que abundan en la ciudad, y exigirle a la clase dirigente que sea propositiva y responsable con los políticos que apoya, con la consolidación de un empresariado que fomente el arte, la cultura, la gastronomía y el trabajo digno.

Es el tiempo de Cali y eso significa que es el tiempo de todos nosotros.

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Entretanto, enhorabuena para el juicioso Juan Mira, nuevo vicepresidente de Relaciones Corporativas de la Organización Ardila Lulle. En Asocaña lidió con rollos del tamaño de las críticas al consumo de azúcar desde el sector salud. Se va, sin duda, una ficha clave. Gran oportunidad para contemplar a una mujer como Presidenta del gremio azucarero. Las vallecaucanas demuestran cada vez más talento y compromiso con el trabajo y los retos. ¿Se imaginan una Tata Lloreda o una Lina Sinisterra metiéndole igualdad a semejante gremio?

Sigue en Twitter @vanedelatorre