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Vargas Llosa y García Márquez

A todos los que nos interesa la literatura nos ha conmovido o irritado la reciente charla de Vargas Llosa sobre García Márquez en el marco de la universidad de verano de la Complutense de Madrid

11 de julio de 2017 Por: Santiago Gamboa

A todos los que nos interesa la literatura nos ha conmovido o irritado la reciente charla de Vargas Llosa sobre García Márquez en el marco de la universidad de verano de la Complutense de Madrid (disponible en Youtube). A mí me produjo en simultánea las dos sensaciones, aparentemente contrarias: me conmovió y me irritó. ¿Por qué? En ella Vargas Llosa es interrogado por Carlos Granés, con gran acierto, haciendo que el peruano diga cosas que probablemente son una primicia sobre su relación con García Márquez. Pero el meollo del asunto es que Vargas Llosa, de un modo muy elegante, viene a decir que García Márquez decidió seguir apoyando a Cuba después del Caso Padilla para medrar en el ecosistema literario mundial, que era de izquierda, y no tener problemas, mientras que él, coherente con la posición difícil, se tuvo que tragar la lluvia de acusaciones que en esa época significaba enfrentarse a Cuba. ¿Y qué hay detrás de esa frase? Es como si Vargas Llosa dijera: si yo no obtuve más éxito mundial fue por mi coherencia política. Si no fui tan famoso y célebre como García Márquez fue por la fidelidad a mis ideas. Esto implica afirmar lo contrario: que García Márquez llegó lejos por su incoherencia, por su entrega a lo fácil, por no adoptar la posición difícil que, en cambio, sí adoptaron amigos suyos como Plinio Apuleyo Mendoza.

A pesar de que Vargas Llosa se refiere a ‘Cien años de soledad’ en términos admirativos, lanza una bomba de mecha lenta contra su rival, para que explote más adelante. Vargas Llosa quiere dejar sentado ante la posteridad que García Márquez, por ser un pragmático, decidió no oponerse a Cuba, y que eso impulsó su fama universal y su fuerza literaria. Y seguramente su Nobel. No hay que olvidar que Vargas Llosa le pegó un puño a García Márquez en México cuando eran los mejores amigos, en 1976. Algunos dicen que hubo un lío de faldas. Otros que fue el puño de un escritor a otro que lo supera.

Hay que ver el contexto: cuando se publica ‘Cien años de soledad’, el autor latinoamericano de más proyección era el joven Vargas Llosa. Era él el dueño de todas las miradas, el que conquistaba Europa país por país con sus excelentes libros. Hasta que se publica ‘Cien años de soledad’, en 1967, y Vargas Llosa pierda su trono de autor latinoamericano novedoso y al alza. Con ‘Cien años’ todas las miradas se vuelven hacia GGM y no hubo ya nada qué hacer. El éxito universal del libro y el nacer de Gabo como un artista excepcional al que todos los notables del mundo querían invitar a su casa fue el pan cotidiano. Algo que no debió dejar tranquilo al joven Vargas Llosa de esos días que, por un par de años, alcanzó a probar la fruta del éxito exclusivo. Es el problema de toparse con un grande: como Ronaldo con Messi, en fútbol. Como Federer con Nadal, en tenis.

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