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Notas sobre fútbol

No me he referido aquí a uno de los acontecimientos más importantes del año para Cali, como fue la victoria del América.

17 de diciembre de 2019 Por: Santiago Gamboa

No me he referido aquí a uno de los acontecimientos más importantes del año para Cali, como fue la victoria del América. Y es que, a pesar de que me gusta mucho el fútbol, no he logrado aún apasionarme por el campeonato local, entre otras cosas porque son muy pocos los equipos que cuentan con verdaderas hinchadas y una tradición.

Tampoco he logrado entender muy bien el sistema de dos campeonatos por año, que obliga a jugar una cantidad increíble de partidos por semana, lo que hace que los pobres jugadores, probablemente mal pagados, deban sacrificarse el triple y exponerse a golpes y patadas, porque una de las consecuencias de un fútbol humilde, abandonado de Dios, es que los partidos tienden a convertirse en peleas de barrio. El jugador, exasperado, se enciende con facilidad y acaba a puños.

Es la vida cotidiana de una liga de fútbol pobre, tan lejana a cualquiera de las europeas, en donde nuestros mejores futbolistas sí ganan sueldos satisfactorios -a veces incluso demasiado- y en donde el fútbol es más una competencia deportiva que una pelea.

¿Y cómo podría ser de otro modo? Cada vez que surge un jugador excepcional o muy bueno casi de inmediato se lo llevan a Europa o Argentina o México, lo cual es comprensible, y por eso el fútbol de aquí es el fútbol de los que no pudieron irse, el de los fichajes baratos y sueldos bajitos. El fútbol de los que no fueron escogidos por los agentes internacionales. El de los perdedores, en suma, que no son necesariamente todos colombianos, pues lo que me ha sorprendido es que incluso aquí haya, por ejemplo, jugadores argentinos que de seguro no tienen mercado en su país y se vienen a equipos colombianos, donde sí son valorados.

Lo de ser argentino acá impresiona. También algunos cantantes que en Buenos Aires ya dan por muertos, resulta que viven en Colombia e incluso cantan de vez en cuando. En fin, decía que el fútbol de aquí se hace con los que se quedaron o con los que ya hicieron su ronda internacional y ahora, cuando ya nadie los contrata en Europa, vuelven a acabar su carrera en un equipo nacional. Por eso es un fútbol menor.

Y claro que se nota. El último equipo de la tabla de España, que hoy es el Espanyol, le daría sopa y seco a los campeones de aquí. Pero bueno, dicho esto debo decir que vi el partido entre América y Junior y lo disfruté, sobre todo porque el América es el equipo de mi familia consorte y fue la pasión de mi suegro, a quien tanto quise.

También es la pasión de amigos heredados como el abogado Alfredo Rey, que es el único valluno que ha logrado combinar con elegancia la camiseta roja del América cuando va al estadio. El partido fue muy intenso y, a pesar de la pelea y el puñetazo a Carrascal, con buen ritmo. Todos se esforzaron por jugar un buen fútbol y por momentos lo lograron. Los dos goles del América fueron muy bellos, de factura espectacular. El Junior, con Teo, fue siempre amenazante, lo que le dio emoción.

Y al final, por desgracia, el chasco, la vuelta a la realidad con el gesto resabiado y tercermundista del Junior de no salir al campo a la celebración del América. Si eso pasara en Europa el equipo sería sancionado, pero acá no importó. Semejante actitud grosera y antideportiva no ha merecido, hasta ahora, una sanción. Y es por cosas así que, en el fondo, el nuestro es un fútbol irrelevante y de perdedores.

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