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Los premios

Una de las cosas que más me gusta es ser jurado...

5 de agosto de 2015 Por: Santiago Gamboa

Una de las cosas que más me gusta es ser jurado en premios literarios en los que se juzgan manuscritos inéditos, pues permite conocer no solo lo que escriben los más jóvenes, sino ver el pulso de esa literatura que no siempre accede a la publicación. Es justo lo que acabo de hacer esta semana con el Concurso de Novela y Cuento de la Cámara de Comercio de Medellín, que desde hace 24 años apoya la literatura con dos premios anuales: uno de novela, con una retribución de treinta millones de pesos, y otro de cuentos, con dieciocho millones. En ambos casos se incluye la publicación del libro. Este año los jurados fuimos los escritores Rafael Baena y el argentino Hernán Casciari, así como el editor y crítico Mario Jursich. Se presentaron 528 obras. Como dejamos consignado en el acta, en lo que leímos había características comunes. En primer lugar la gran cantidad de novelas históricas explorando aspectos poco conocidos de la vida colombiana, en la estela de destacadas novelas recientes como Tríptico de la infamia, de Pablo Montoya, o El libro de la envidia, de Ricardo Silva. De hecho, decidimos otorgar una valiosa mención de honor a una obra de este género, La esclavitud de Pedro Claver, ambientada en la Cartagena de Indias del Siglo XVII, que narra de forma extraordinaria los últimos años de la vida del jesuita catalán Pedro Claver. Su autor es Vladimir Marinovich Posso. También encontramos, en la gran masa de novelas y cuentos aspirantes, un fuerte progreso de la novela negra, con obras que recorren todo el espectro del género: desde thrillers policíacos hasta radiografías sicológicas de criminales. Incluso un thriller científico al estilo de ciertas novelas norteamericanas en donde se logra la modificación del ADN y una probable destrucción de la raza humana. En otro orden de cosas, advertimos que la influencia de García Márquez no ha desaparecido, pues muchos de los manuscritos son deudores del universo de Macondo. Asimismo, por algo que también puede atribuirse a la influencia de García Márquez, encontramos obras que mezclan el periodismo con la literatura. Por último, nos llamó poderosamente la atención la baja proporción de obras escritas por mujeres, algo que ha marcado nuestra literatura desde hace ya tiempo. El ganador en la categoría de novela representa (aunque lo supera) ese mundo literario que fue bautizado con el nombre de Sicaresca. La novela se titula La Cuadra Times y su autor es el paisa Gílmer Dubán Mesa Sepúlveda, profesor de literatura de 37 años. ¿Cuál es la historia? A partir de una vieja foto, el autor hace la crónica de un grupo de adolescentes perdidos en una violenta comuna de Medellín. Es la historia testimonial de un sobreviviente, probablemente autobiográfica pero escrita con las armas de la novela y de una dolorosa actualidad, pues coincide con el inicio de las excavaciones de La Escombrera en Medellín, a donde fueron a parar los cadáveres de centenares de esos muchachos. El premio de cuento se le dio al libro Se escriben cartas de amor y otras historias, de la barranquillera Cristina Duncan Salazar, sensacional colección de relatos, repletos de humor y ternura, ambientados en el Caribe. Y al final de esta larga y extenuante experiencia de lectura que implica ser jurado de un premio, la idea esperanzadora de que siempre, en literatura, lo mejor puede estar por llegar.