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Historia de una vida sexual

La crítica de arte y curadora francesa Catherine Millet era ya una figura respetada y célebre antes de publicar sus memorias, pues desde hacía por lo menos dos décadas había fundado y dirigía la prestigiosa revista de arte ArtPress, una de las más influyentes de Europa.

8 de mayo de 2018 Por: Santiago Gamboa

La crítica de arte y curadora francesa Catherine Millet era ya una figura respetada y célebre antes de publicar sus memorias, pues desde hacía por lo menos dos décadas había fundado y dirigía la prestigiosa revista de arte ArtPress, una de las más influyentes de Europa.

Su aventura con la prosa intimista comenzó en el año 2000, cuando un editor le preguntó si conocía a alguien que quisiera hablar del sexo desde un punto autobiográfico y femenino. Catherine Millet le dijo: “Claro que conozco a alguien, yo”. A partir de ese momento empezó a escribir sus ‘memorias sexuales’, reflexionando sobre el propio cuerpo, el deseo de la cercanía física, el querer tocar y ser tocada.

Con una gran sinceridad y una capacidad de análisis propia de alguien muy curtido en el ensayo, Millet se lanzó a narrar su vertiginosa vida sexual, su gusto por las relaciones anónimas, con hombres desconocidos reclutados en calles y parques, a veces hasta una veintena al día, o por el sexo en grupo, más una verdadera marea de amantes que se iban sumando a las opciones anteriores, para concluir que cada día de su vida adulta realizó el sexo al menos con una docena de varones, llegando a un récord de más de tres mil.

El libro en el que cuenta todo esto, haciendo el análisis de la sexualidad desde el psicoanálisis, la psicología y la filosofía, se llama La vida sexual de Catherine M. Durante la pasada Feria del Libro de Bogotá tuve la oportunidad de charlar en público con ella, presentando sus libros. Hoy es una elegante mujer de 68 años, persuasiva y analítica, capaz de suscitar la ira del feminismo por sus críticas al movimiento MeToo, al que considera extremo y que, según ella, pretende un retroceso a la moral de la inquisición.

El segundo tomo de su autobiografía es aún más desconcertante, pues se centra en la monstruosa y casi satánica crisis de celos que, durante tres años, sufrió al descubrir que su marido, el escritor Jacques Henric, tenía apasionadas relaciones sexuales con varias mujeres más jóvenes. La traducción al español es Celos, pero en francés se llama Jour de suffrance, (Día de sufrimiento), mucho más cercano al asunto tratado, que es el intenso dolor que provocan los celos, su increíble y nefasta necesidad de interpretar y el modo en que transforma a su víctima, el que los sufre, en una especie de detective que siempre está en busca de la prueba final, la prueba reina, que sea como la llamarada última del sufrimiento.

Si bien en su primer libro autobiográfico la Millet se distancia de la mayoría de las personas, ya que son pocos quienes han tenido una vida sexual tan amplia, en este segundo libro se une a la humanidad entera en la medida en que los celos son tal vez el sentimiento más frecuente de todos los que existen. Sus reflexiones y su ánimo ensayístico se despliegan una vez más de modo deslumbrante, partiendo de la idea de un erotismo del que somos excluidos y de cómo los celos nos llevan a reinterpretar no sólo el presente, sino que suponen un derrumbe de galerías que transforma el pasado.

Y siempre la temible pregunta, la que no cesa de golpear en el cerebro de quien siente celos: ¿cómo es la persona amada cuando no está conmigo?, ¿es más feliz, más plena, goza más? Las terribles preguntas a las que Catherine Millet intentó dar respuesta, en su libro y en su vida.

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